Creo que fue Julio Escoto, si no recuerdo mal, el primero en advertir que entre las características del equipo de los golpistas está la impronta de la demencia senil que exhiben con notable desparpajo: Ortez Colindres llamando "negrito del batey" a Obama, Pineda Ponce rebautizando a la señora Clinton como "Hilaria", pero el más conspicuo miembro del "team Alzheimer", aderezado con absurdas grandilocuencias de aspirante a escritorzuelo, es Juan Ramón Martínez, anémico ideólogo de la "sucesión presidencial" y reconocido lamesuelas de Carlos Flores Facussé. Y aunque los "escritos" de Martínez no pasan de burdos palimpsestos de las maquinaciones de su jefe, algunos articulistas de opinión se han dignado comentarlos, pulverizando sus paupérrimos argumentos y poniendo en evidencia la ampulosa estulticia y la vesanía de que hace gala este personaje. Para muestra, este artículo del poeta y narrador Víctor Manuel Ramos, quien desnuda, por enésima vez, las sandeces de Juan Ramón.
Lo que Juan Ramón no quiere ver
Víctor Manuel Ramos
En las últimas semanas, el país ha retrocedido con una velocidad inusitada. Es esta una afirmación completamente cierta de Juan Ramón Martínez en su artículo destinado a expresar su opinión sobre la libertad de expresión en Honduras después del golpe militar del 28 de junio. Sin embargo gran parte del contenido de su artículo es tendencioso y falto de veracidad.
Veamos: No es cierto que Manuel Zelaya Rosales haya intentado desmontar el sistema democrático para establecer una dictadura por medio del uso de la violencia. La verdad es que el Presidente quería profundizar la democracia, que hasta hoy en día no ha favorecido a las grandes mayorías a las que solo se les ha utilizado para ir a las votaciones estimuladas por la mentira demagógica, y para eso se proponía realizar una encuesta en la que se preguntaba al pueblo si quería que se instalara una cuarta urna para preguntar si se estaba de acuerdo en convocar a una Asamblea Nacional Constituyente. Juan Ramón ha insistido en esta tergiversación de la verdad desde antes del golpe.
Empecinado en no ver la realidad, sigue calificando a los manifestantes que exigen el retorno a la constitucionalidad como turbas enardecidas, a pesar de que quienes en las manifestaciones pacíficas han escenificado los disturbios, los actos terroristas y el maltrato han sido los militares, los policías y los infiltrados enviados por el alcalde de la Capital. Según Juan Ramón el Presidente Zelaya se ha quedado sin el respaldo de partido alguno, sin líderes de opinión con respeto entre la ciudadanía y sin masa electoral. Porque para nuestro amigo, los verdaderos líderes, los que despiertan el entusiasmo arrebatador entre las masas hondureñas son Pepe Lobo y Elvin Santos. Esta verdad la corroboraron los indios intibucanos cuando recibieron a Don Elvin con huevos y tomates. Como la prensa y la televisión adocenadas no ven las marchas, las caravanas, las manifestaciones a través de Radio Globo y Cholusat sigue, Juan Ramón, con la idea equivocada de que Zelaya carece de respaldo popular. Este respaldo que ha ido en aumento, a pesar de la represión policial y militar de tal suerte que, fuera del poder, los hondureños que apoyan a Zelaya son cada día más y, por supuesto, más intolerantes al golpe militar, en todo el país y en todo el mundo. Pesa sobre los golpistas la responsabilidad de más de cinco asesinatos.
En cuanto a las violaciones de la libertad de expresión, Juan Ramón magnifica lo que ocurrió a un carro de La Tribuna y a las instalaciones de El Heraldo, periódicos que la masa ha identificado como golpistas y que, lo crea o no, han hecho una campaña de tergiversación y ocultamiento de la verdad. Pero se refiere de refilón a los ataques a los reporteros de Diario Tiempo (toletazos y destrucción de cámaras) e ignora el secuestro y el cierre de Radio Globo y de Cholusat Sur, la expulsión y provocación contra Tele Sur, el atropello contra reporteros de emisoras de varios puntos del país. Resulta que realmente había más libertad de información durante el gobierno de Zelaya que durante este período doloroso para los hondureños.
Que las actuales autoridades son legítimas o no es algo que no está en discusión. El Señor Micheleti es producto de un golpe de Estado, de la usurpación del poder por la fuerza, la mentira, la suplantación y el atropello contra el pueblo. Tan cierto es esto que los golpistas han recibido el repudio de los organismos internacionales, que no son reconocidos por ningún gobierno y que son rechazados por la mayoría del pueblo hondureño, aunque Ud. no lo crea, y por eso es legítima la desobediencia a un gobierno usurpador. ES más, el cargo de Canciller es realmente innecesario, más bien debería ser un ministro del interior porque no tiene ninguna tarea con ningún país amigo.
No creo que ningún liberal esté adolorido porque Zelaya haya usado un pijama azul el día en que fue secuestrado y expulsado del país. Esa es una broma de mal gusto. Ahí es precisamente donde reside su gran error de apreciación del columnista. El pueblo hondureño ya no se inmuta por colores y por eso está en las calles en la lucha no por una bandera azul o colorada, ambas han estado al servicio de los explotadores y contra el pueblo. Eso lo saben perfectamente bien los hondureños de hoy, después del golpe. Ahora los hondureños luchamos por una patria nueva, auténtica, en poder de las grandes mayorías, interesada en el porvenir de todos los ciudadanos. Una democracia a la que se oponen, precisamente, quienes ahora han tomado los altares de la patria apoyados en las bayonetas y en las botas militares. El pueblo hondureño, estimado Juan Ramón, despertó y no cejará hasta establecer una real democracia.
Lo que Juan Ramón no quiere ver
Víctor Manuel Ramos
En las últimas semanas, el país ha retrocedido con una velocidad inusitada. Es esta una afirmación completamente cierta de Juan Ramón Martínez en su artículo destinado a expresar su opinión sobre la libertad de expresión en Honduras después del golpe militar del 28 de junio. Sin embargo gran parte del contenido de su artículo es tendencioso y falto de veracidad.
Veamos: No es cierto que Manuel Zelaya Rosales haya intentado desmontar el sistema democrático para establecer una dictadura por medio del uso de la violencia. La verdad es que el Presidente quería profundizar la democracia, que hasta hoy en día no ha favorecido a las grandes mayorías a las que solo se les ha utilizado para ir a las votaciones estimuladas por la mentira demagógica, y para eso se proponía realizar una encuesta en la que se preguntaba al pueblo si quería que se instalara una cuarta urna para preguntar si se estaba de acuerdo en convocar a una Asamblea Nacional Constituyente. Juan Ramón ha insistido en esta tergiversación de la verdad desde antes del golpe.
Empecinado en no ver la realidad, sigue calificando a los manifestantes que exigen el retorno a la constitucionalidad como turbas enardecidas, a pesar de que quienes en las manifestaciones pacíficas han escenificado los disturbios, los actos terroristas y el maltrato han sido los militares, los policías y los infiltrados enviados por el alcalde de la Capital. Según Juan Ramón el Presidente Zelaya se ha quedado sin el respaldo de partido alguno, sin líderes de opinión con respeto entre la ciudadanía y sin masa electoral. Porque para nuestro amigo, los verdaderos líderes, los que despiertan el entusiasmo arrebatador entre las masas hondureñas son Pepe Lobo y Elvin Santos. Esta verdad la corroboraron los indios intibucanos cuando recibieron a Don Elvin con huevos y tomates. Como la prensa y la televisión adocenadas no ven las marchas, las caravanas, las manifestaciones a través de Radio Globo y Cholusat sigue, Juan Ramón, con la idea equivocada de que Zelaya carece de respaldo popular. Este respaldo que ha ido en aumento, a pesar de la represión policial y militar de tal suerte que, fuera del poder, los hondureños que apoyan a Zelaya son cada día más y, por supuesto, más intolerantes al golpe militar, en todo el país y en todo el mundo. Pesa sobre los golpistas la responsabilidad de más de cinco asesinatos.
En cuanto a las violaciones de la libertad de expresión, Juan Ramón magnifica lo que ocurrió a un carro de La Tribuna y a las instalaciones de El Heraldo, periódicos que la masa ha identificado como golpistas y que, lo crea o no, han hecho una campaña de tergiversación y ocultamiento de la verdad. Pero se refiere de refilón a los ataques a los reporteros de Diario Tiempo (toletazos y destrucción de cámaras) e ignora el secuestro y el cierre de Radio Globo y de Cholusat Sur, la expulsión y provocación contra Tele Sur, el atropello contra reporteros de emisoras de varios puntos del país. Resulta que realmente había más libertad de información durante el gobierno de Zelaya que durante este período doloroso para los hondureños.
Que las actuales autoridades son legítimas o no es algo que no está en discusión. El Señor Micheleti es producto de un golpe de Estado, de la usurpación del poder por la fuerza, la mentira, la suplantación y el atropello contra el pueblo. Tan cierto es esto que los golpistas han recibido el repudio de los organismos internacionales, que no son reconocidos por ningún gobierno y que son rechazados por la mayoría del pueblo hondureño, aunque Ud. no lo crea, y por eso es legítima la desobediencia a un gobierno usurpador. ES más, el cargo de Canciller es realmente innecesario, más bien debería ser un ministro del interior porque no tiene ninguna tarea con ningún país amigo.
No creo que ningún liberal esté adolorido porque Zelaya haya usado un pijama azul el día en que fue secuestrado y expulsado del país. Esa es una broma de mal gusto. Ahí es precisamente donde reside su gran error de apreciación del columnista. El pueblo hondureño ya no se inmuta por colores y por eso está en las calles en la lucha no por una bandera azul o colorada, ambas han estado al servicio de los explotadores y contra el pueblo. Eso lo saben perfectamente bien los hondureños de hoy, después del golpe. Ahora los hondureños luchamos por una patria nueva, auténtica, en poder de las grandes mayorías, interesada en el porvenir de todos los ciudadanos. Una democracia a la que se oponen, precisamente, quienes ahora han tomado los altares de la patria apoyados en las bayonetas y en las botas militares. El pueblo hondureño, estimado Juan Ramón, despertó y no cejará hasta establecer una real democracia.
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