martes, diciembre 30, 2008

Lecturas del 2008


Poco originales y demasiado apegados al mainstream encuentro los listados con “los libros del 2008” que se colocan por estos días en la red, donde unos cuantos compadres comparten sus lecturas escogidas del año que se va. Mucha veleidad vila-matiana, que prácticamente sólo le sienta bien a don Enrique, mientras que a otros les hace ver como followers esforzados y periféricos que se limitan a acatar lo que les dictan los portnoyes peninsulares y los fraternos jamones andantes novohispanos desde añejos polos culturales, ahora virtuales y blogalizados.
Por tal razón, modas aparte y desde el retiro provinciano, me atrevo a compartir, aunque no me las solicitaron, mis lecturas de este año:

Ensayo
Las imágenes de los negros garifunas en la literatura hondureña y extranjera. Jorge Amaya. Armado con un envidiable y actualizado arsenal retórico, Amaya realiza un periplo singular para rastrear y definir la manera en que los escritores nacionales y extranjeros han construido las imágenes, en su mayoría distorsionadas, de los garínagu, una etnia sobre la que quizás no sería exagerado afirmar, ha sido condenada al cliché y el lugar común en la producción literaria de los dos últimos siglos.

Vida y obra de Bulnes, el memorioso. Leonel Alvarado. Junto con el monumental estudio de José Antonio Fúnes sobre Froylán Turcios y el modernismo, la investigación de Alvarado es uno de los acercamientos más lúcidos y completos a la vida y obra de un escritor nacional; en este caso, del autor mítico por excelencia de la literatura hondureña. Desde las historias inciertas sobre el Jonás y su desaparición, hasta la colección de anécdotas sobre su vida singular, en torno a Cardona Bulnes se ha construido una leyenda negra de poeta maldito que esta investigación de Alvarado esperamos ayude a despejar, trasladándola del ámbito doméstico de la oralidad al terreno de las afinidades e influencias literarias.

José Antonio Domínguez. Obra poética escogida de sus manuscritos (1885-1903). Edición de Héctor Miguel Leyva. Una obra fundamental que confirma la pericia investigativa de Leyva, quien desde hace varios años ha venido construyendo una visión actualizada y objetiva sobre la tradición literaria nacional, sin los aspavientos propios del diletantismo y con la precisión que sólo es posible a través de una ética aplicada al ejercicio del criterio. En esta ocasión, rescata en una minuciosa edición crítica la figura del poeta que “llevó más allá de lo sensato y lo conveniente la aventura literaria”, coincidiendo con el momento en que se gestaban los impulsos que conformarían la modernidad en Honduras.

Honduras, patria de la espera. Francesca Randazzo. Sobre la base de su tesis de maestría, Randazzo se interroga acerca de la casi siempre contradictoria relación entre nación y poesía en Honduras. Aunque a veces su discurrir se difumina en medio de vericuetos históricos y afirmaciones taxativas –y cuestionables- como: “Si bien Honduras posee talentoso narradores y narradoras, es básicamente una tierra de poetas”, este texto logra perfilar una propuesta construida con afán exhaustivo y solidez bibliográfica. Un punto de partida para posteriores reflexiones en torno a la integración poesía y sociedad en los imaginarios nacionales.

Narrativa
En este apartado es ineludible destacar la aparición de dos textos que, pese a la evidente distancia entre ambos -generacional, ámbito vital y formativo de sus autores- reafirman la tensión que ha funcionado como “marca de fábrica” de la narrativa nacional, a veces volcada en el color local o bajo el signo de la tenaz voluntad por apartarse de tal esclavitud. Así, Dennis Arita ratifica en los cuentos de Final de invierno su decisión de distanciarse del horizonte local. Impulso que se desata desde el título hasta las atmósferas y paisajes que, según Helen Umaña, se dinamitan a sí mismos, cuando lo cierto es que se difuminan porque no pertenecen al imaginario nativo, están situados en otra dimensión, donde no hay referencias posibles para encontrar a la patria por la que suspira, esperanzada, Randazzo. Y es que pese a nacer y haber vivido en Honduras, la patria de Arita se encuentra en otro sitio, otras voces y otros ámbitos pueblan su imaginario y lo desmarcan, por fortuna, de la cotidianidad vernácula.
Juan de Dios Pineda vive desde hace varios años en Europa, específicamente en Alemania, desde donde construye con morosidad una obra basada en el recuerdo de la patria distante. Pese a haberse concluido en Göttingen, durante el crudo invierno de 1994, en Estaciones a la deriva, la novela que Pineda publicó a mediados de 2008, no sólo hace calor sino que proliferan las referencias a lo nacional y a Latinoamérica: ahí están con nombre propio las comidas y los paisajes, las ciudades y el campo, la música y, sobre todo, las personas que, pese a haber cruzado el charco, las seguimos reconociendo en esa identidad a la que no pueden ni pretenden renunciar.

Poesía
En la “tierra de poetas” (sic) se publicaron muchos libros de poesía, y entre los que leímos con verdadero placer destacan Este verde esplendor y Desde el hospicio. En el primero encontramos a un Felipe Rivera más maduro, con la libertad de haber reconocido el camino que ahora recorre con verdadero aplomo, mientras que en el segundo, Gustavo Campos reincide en desvelar viejas heridas, pero ahora decidido a reforzar las correspondencias y afinidades electivas que conforman un hospicio propio, donde comparte junto a notable compañía en su particular “canon de Rodez.” Rivera y Campos, dos variantes íntimas de una poética que reafirma su condición ecuménica bajo la premisa de Reyes: sólo siendo generosamente universales nos podemos volver provechosamente nacionales.

Mención especial:
Mundo de cubos. Nelson Merren. Prolija antología que recoge los libros fundamentales del poeta ceibeño, fallecido el 24 de mayo de 2007: Calendario negro y Color de exilio, junto a sendos ensayos de Helen Umaña y Tulio Galeas, además de la correspondencia que sostuvo con sus compañeros de oficio: Oscar Acosta y José González, en las décadas del 60 y 80, respectivamente. Un texto de lectura impostergable para precisar las claves de la obra del “lobo estepario” de la poesía nacional.

P. D. Por suerte, yo también sigo desde hace tiempo los consejos de Reyes, Cortázar y Borges, así que no piensen que cerré los ojos al mundo exterior:

Angosta, de Héctor Abad Faciolince, de la que recomiendo con entusiasmo leer el capítulo que los editores le recomendaron suprimir, donde recrea el escrutinio de los libros en el Quijote en clave actual, con guiños imperdibles para algunos de sus colegas.

La novela luminosa, de Mario Levrero, obra póstuma cuya lectura podría revelar a muchos que no sólo Vila-Matas escribe dietarios y que algunos buenos escritores no publican en Anagrama.

Dietario voluble, de Enrique Vila-Matas, genial en las páginas finales cuando parafrasea a Flaubert y Coetzee, al conectar a Sebald con Kafka y el enano de Verona, o en sus alusiones a la obra de Bolaño, Malamud y Roth; pero me llama la atención que cuando alaba un libro casi siempre éste ha sido publicado por Anagrama (e.g. Bonsái de Alejandro Zambra, que además aparece anunciado en la solapa). ¿Cosas del mercado editorial en versión Herralde?

La maravillosa vida breve de Óscar Wao, de Junot Díaz, una novela genial con un ritmo endemoniado que me enseñó, además, que los dominicanos hablan tan mal español que para hacerlos legibles tienen que traducirlos del inglés. Ya en serio, maese Junot es un soberbio escritor, y recomiendo que lean su cuento “Alma”, que aparece en el número de agosto 2008 de Letras Libres.

Tokio blues y After dark, de Haruki Murakami, un heredero directo de Nabokov y Carver, que ha indagado con brutal sutileza en la incertidumbre de la posmodernidad, a través de historias que nos revelan ese territorio crepuscular donde ocurren accidentes tan hermosos como la amistad o el amor.

Hablemos de langostas y La niña del pelo raro, de David Foster Wallace, uno de los escritores más interesantes, junto a Cormac McCarthy y Bret Easton Ellis, del “país que no es para viejos”. La “estructura” de los artículos “langosteros” y el corte cuasi barroco de los cuentos “del pelo raro” nos confirman la originalidad de un autor que no hizo concesiones a lo políticamente correcto.

Terror santo, de Terry Eagleton, otra muestra de la erudición y solidez argumentativa de una de las voces críticas más respetadas de los últimos tiempos, quien indaga con profunda objetividad en el tema de las fuentes políticas, filosóficas, teológicas y, por supuesto, literarias del terror, definido como "mecanismo de control y de legitimación del poder". Texto que, por una alusión al "gozo obsceno" en la página 16, me llevó a El sublime objeto de la ideología, donde Slavoj Zizek descree de las ideas de los teóricos de la condición posmoderna, y explora el tema de la mediación humana, reelaborando a Hegel, Althusser y Lacan a través de la interpretación de hechos y expresiones tan disímiles como el hundimiento del Titanic y la película Alien, pasando por Hitchcock, la ciencia ficción y las óperas de Wagner.

Pos P. D. No desconozco que algunos de estos libros no se publicaron en el 2008, pero llegaron a mis manos y fueron leídos en ese año que ya está por expirar.

lunes, diciembre 08, 2008

Haruki Murakami


Ya es un lugar común referirse a Haruki Murakami como el sucesor directo de Kawabata, Oé y Mishima, lo cierto es que este narrador japonés, nacido en Kioto el 12 de enero de 1949, ha producido una obra singular, donde se explora, entre otros temas, la tradición japonesa y su paradójica relación con la modernidad occidental a través de personajes de gran profundidad sicológica, enigmáticos y sutiles.
Aunque nació en Kioto, vivió la mayor parte de su juventud en Kōbe. Su padre era hijo de un monje budista. Su madre era hija de un mercader de Osaka. Ambos enseñaban literatura japonesa.
Estudió literatura y drama griego en la Universidad de Waseda (Soudai), en donde conoció a su esposa Yoko. Su primer trabajo fue en una tienda de discos (al igual que Toru Watanabe, el protagonista de Tokio blues, Norwegian Wood). Antes de terminar sus estudios, Murakami abrió el bar de jazz “Peter Cat” en Tokio, que funcionó entre 1974 y 1982. De hecho, la música es una presencia infaltable en sus textos.
Tras el enorme éxito de su novela Tokio blues, Norwegian Wood, abandonó Japón en 1986 para vivir en Europa y América, pero regresó en 1995 tras el terremoto de Kobe, la ciudad donde pasó su infancia.
La crítica coincide en que los textos de Murakami reflejan la soledad y el ansia de amar de una manera que conmueve a los lectores, tanto orientales como occidentales. También se reconoce la influencia de los autores a los que ha traducido como Raymond Carver, Francis Scott Fitzgerald y Raymond Chandler, a quienes considera sus maestros.
Su obra ha sido traducida al español y la mayoría de sus títulos se encuentran publicados bajo el sello Tusquets. A título personal recomiendo Tokio blues, Sauce ciego, mujer dormida, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo y After dark, de la que pueden leer un adelanto haciendo click aquí.

miércoles, diciembre 03, 2008

Millenium


Es la gran novedad en Europa, la trilogía escrita por Stieg Larsson, el hasta ahora desconocido periodista sueco, que durante el día trabajaba en la revista Expo, y por las noches escribía las novelas que estaba seguro le convertirían en un escritor de éxito. Pero Larsson murió antes de que el sueño se hiciera realidad, y ahora la fortuna que ha producido Millenium –cuyos protagonistas son el reportero cuarentón Mikael Blomkvist y la pirata informática Lisbeth Salander- es disputada por su padre, su hermano y la compañera sentimental del malogrado narrador. El País ha dedicado varias páginas al llamado “fenómeno Larsson”, una de las cuales reproducimos a continuación. También recomendamos la lectura de las primeras páginas de Los hombres que no amaban a las mujeres y de La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, las dos primeras entregas de la trilogía que han sido traducidas al español.

La rabia de Stieg Larsson
Aquel periodista sueco tenía una convicción. "Se le veía en la mirada. Sus ojos hablaban ya en otro idioma", recuerda uno de sus mejores amigos, el reportero Kurdo Baksi. Fue en Estocolmo en 2003. Aquel colega, recuerda Baksi, le reveló que había escrito tres novelas sobre un reportero sagaz y una joven y arisca hacker. Y le dijo una cosa más: "Son los tres mejores libros que un sueco ha escrito en este país". Y planeó lo que haría con todo el dinero que iba a ganar. Baksi se tomó aquello como una fanfarronada. "Le dije que no iba a funcionar. Obviamente, me equivoqué".

El periodista de la mirada visionaria era Stieg Larsson (Västerbotten, 1954-Estocolmo, 2004), un veterano redactor curtido en la investigación de la extrema derecha, y el tiempo le dio la razón. Sus tres novelas, la trilogía Millennium, se convirtieron en un éxito inmediato: cerca de ocho millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, con los derechos adquiridos en 35 países, según la editorial sueca, Norstedts. Millennium ha sido líder de ventas en Francia y ya se preparan las adaptaciones al cine y la televisión. Larsson, sin embargo, no vivió para verlo. Falleció de un ataque al corazón el 9 de noviembre de 2004, poco después de entregar el manuscrito de la tercera novela y antes de que se publicara la primera.

El fenómeno Larsson arribó a España el pasado 5 de junio con la primera entrega, Los hombres que no amaban a las mujeres (Destino) -traducción suavizada del original Män som hatar kvinnor, Los hombres que odian a las mujeres-, que ha despachado 300.000 ejemplares, va por la octava edición y lidera las listas de los libros de ficción más vendidos. Los dos protagonistas, el reportero cuarentón Mikael Blomkvist y la pirata informática Lisbeth Salander (metro cincuenta, 42 kilos, arisca y brutal), se enfrentan a una misteriosa desaparición en una isla del norte de Suecia y a un gigantesco fraude financiero. La acción detectivesca y la denuncia y el compromiso social se entremezclan en un thriller inspirado que se adentra en las zonas oscuras del aparentemente impecable Estado sueco, desde sus servicios de atención social a sus medios de comunicación, pasando por la clase financiera.

En la segunda parte, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (en el original, La chica que jugaba con fuego), la pareja se reencuentra. El periodista experimentado y esa especie de Pippi Langstrump punk (en la definición del propio autor) investigan el tráfico de chicas de países del Este que son obligadas a prostituirse. La revista que dirige Blomkvist, Millennium, prepara un reportaje contundente que sacará a la luz la trama que se oculta tras la violación sistemática de las jóvenes inmigrantes. La publicación se ve interrumpida por un triple asesinato del que es acusada la propia Salander. Ambas tramas se entrelazan para adentrarse una vez más en los bajos fondos de esa sociedad sueca a la que Larsson retrata con fidelidad, según sus compatriotas. El tomo se puso a la venta la semana pasada en España con una tirada de 100.000 ejemplares y ya ha irrumpido con fuerza en las listas de ventas. La crítica también ha sido unánime al reconocer las dotes narrativas de Larsson.

Reportero de día, novelista de noche

¿Pero quién era este reportero que escribía ficción casi a escondidas, por la noche, tras la jornada laboral? "Me llaman de 40 países para saberlo", advierte Baksi, amigo de Larsson desde 1992 y colega en la revista Expo desde 1995, que visitó Madrid la semana pasada para presentar el libro. "Tres palabras lo definían: raza, sexo y clase", indica en correcto castellano este sueco de origen kurdo. Tres conceptos que resumen tres injusticias contra las que Larsson luchaba siempre. "Consideraba que si vivimos en un mundo en el que la mujer, los inmigrantes y los pobres no tienen el mismo valor que sus conciudadanos, es que este mundo es malo". Baksi resume el carácter de Larsson: "Era un 25% sueco tímido, un 50% la madre Teresa de Calcuta, y 25% un soñador".

Hay quien ha querido ver en el personaje de Blomkvist un álter ego de Larsson. "Lo es y no lo es", responde Baksi. "Blomkvist es la persona que a Larsson le hubiera gustado ser: Blomkvist es mujeriego y Larsson era muy tímido con las mujeres; Blomkvist es un periodista efectivo y fuerte y Larsson, no; Blomkvist tiene una revista de éxito (Millenium) y la de Larsson (Expo), es un proyecto perdedor".

Disputa por la herencia

Larsson tenía pensado lo que haría con el dinero de las novelas. "Dijo: El dinero del primer libro, para mí. El del segundo, para las mujeres maltratadas [planeaba financiar una residencia para víctimas de la violencia machista y un centro de estudio del racismo], y el tercero, para la revista Expo", recuerda Baksi. Y precisamente los ingresos que han generado las novelas han desatado un conflicto entre sus familiares (su padre, Erland, y su hermano, Joakim) y su compañera sentimental, Eva Gabrielsson. Ambas partes reclaman los derechos (que no sólo incluyen los libros, sino las adaptaciones al cine y la televisión).

El problema se agrava porque al parecer existe el manuscrito de una cuarta novela. Está grabado en el portátil en el que trabajaba Larsson y los abogados no se ponen de acuerdo sobre a quién pertenece. Su compañera sostiene que es propiedad de la revista Expo. "Es más complicado que resolver la cuestión kurda", confiesa el reportero con ironía. El propio Baksi, que apoya a Gabrielsson, ha intermediado en la disputa y, según fuentes de la editorial española, las dos partes han llegado a un principio de acuerdo para repartirse la herencia de Larsson.