jueves, mayo 10, 2012

En la H nos burlamos de la Kodama





En nuestra golpeada versión del país de nunca jamás, a veces suceden cosas más interesantes que las prédicas estúpidas de necios escribas, quienes desde una afectación post-alcohólica afirman que no hay que leer libros, que estos son mortalmente aburridos, que para escribir sólo se requiere de una afortunada conjunción estelar, del apoyo de una claque de furibundas femichistas o, mutatis mutandis, que la razón de ser del escritor es alcanzar un millón de amigos en FB. ¡Vaya necedad!

Pero volviendo a sucesos verdaderamente interesantes, el hecho es que revisando anaqueles en una librería local, sin mayor esperanza de encontrar algo nuevo, el pasado fin de semana realizamos un hallazgo sensacional: en medio de la opera omnia de Coelho, de las sandeces de Bayly y de los best-sellers de autoayuda y las confesiones del Padre Alberto sobre los curas homosexuales de la H, destacaba un libro de negra carátula con un llamativo corazón dorado en la portada. Al arrimarnos al anaquel, con la inocultable obsesión del miope, no lo podíamos creer, estábamos ante un ejemplar de culto, en razón de que una famosa viuda quiso mantenerlo oculto: El hacedor (de Borges), Remake, el texto de Agustín Fernández Mallo publicado por Alfaguara, que plantea, según algunos críticos, “una poética apropiacionista con la voluntad de rescribir la obra de Borges y reconsiderar su legado en la Era de Internet…en un despliegue apócrifo, imaginativo y bizarro”.

Sin embargo, María Kodama, la viuda de don Jorge Luis Borges rey de la metaliteratura y emperador del texto apócrifo, por no decir más considera que Fernández Mallo incurrió en un terrible error, debió haber pedido permiso (sinónimo de pago en dólares) antes de cometer semejante herejía. Acto seguido, con el auxilio de su séquito de abogángsters, emplazó a Alfaguara consiguiendo que la editorial finalmente retirara el libro de los puntos de venta. Aunque el debate intelectual favoreció en forma unánime al remake de Fernández Mallo, no hubo manera de evitar la interdicción de la inclemente Kodama (avida dollars) y el libro pasó de novedad a mítico ejemplar de culto. De allí nuestra sorpresa al encontrar el proscrito ejemplar en una despensa libresca de la H.

En medio del debate, Julio Ortega, profesor de la Universidad de Brown (Estados Unidos), señaló que la actual es una polémica "triste" porque "nunca Borges ha estado tan presente en la nueva literatura española como ahora". En su opinión se trata de "un malentendido" que se podría haber evitado haciendo explícito -"tal vez con unas comillas"- que la obra es una glosa y no una copia. Finalmente, respecto a las acusaciones de llevar el agua de Borges a su molino, Agustín Fernández Mallo concluyó que la retirada del libro: "Será a mi pesar. Yo no quiero que sea un libro ni de culto ni oculto. Lo que quiero es que se lea".

Pero si quieren saber más, no dejen de leer la noticia aparecida en El Cultural. El diario Público también reseñó la noticia en su sección cultural. Y para entender mejor cómo va la onda en la parte puramente literaria hay que leer la nota de Javier Moreno publicada en Revista de Letras.
Aunque un tanto timorata, la noticia publicada por El País, tiene como valor agregado el comunicado de Alfaguara. Tampoco está demás el comentario de Alfredo Álamo en el blog Lecturalia. Y si lo desean, pueden echar una ojeada a un fragmento del texto original, antes de que Alfaguara lo retire de la red. Tampoco se pierdan a lectura de la Carta de protesta, contra la Kodama y en apoyo a Fernández Mallo. Y para hacer honor al carácter interactivo que se plantea en el libro, entren a ver el vídeo que sobre El hacedor (de Borges), Remake, preparó el propio Fernández Mallo.

martes, mayo 01, 2012

El Recital Nacional de Poesía: Una crónica impostergable




El 19 y 20 de abril del presente año se realizó en San Pedro Sula el Recital Nacional de Poesía “Clementina Suárez”, con el auspicio de una variopinta selección de patrocinadores y bajo la coordinación visible de los poetas sampedranos Jorge Martínez y Gustavo Campos.
En un país como el nuestro, aquejado por una indolencia generalizada respecto del tema cultura, déficit que alcanza niveles alarmantes en cuanto a la literatura en particular, debemos coincidir en que la organización de este recital ha sido, sin lugar a dudas, una empresa loable, por lo que nuestras primeras palabras son de felicitación para sus creadores, quienes realizaron un esfuerzo encomiable.
Sin embargo, ya desde el acto de inauguración se empezaron a manifestar los elementos del desastre. Faltos de auxilio económico, tan necesario en un evento de tal magnitud, los organizadores debieron transar con políticos vernáculos y sus tristes marionetas, a quienes cedieron el protagonismo permitiéndoles que degradaran un acto que originalmente estaba destinado a honrar a nuestra tradición poética. Para empezar, la asistencia al Salón Consistorial de la Municipalidad de San Pedro Sula fue paupérrima (ver foto). Y para la gran mayoría de los treinta y cuatro asistentes fue un verdadero suplicio escuchar las falsas promesas del ministro de Cultura, ofreciendo una versión hondureña de la borgeana Biblioteca de Babel: “quiero que los escritores escriban, porque en nuestra editorial publicaremos todos los libros que produzcan”; para después solicitar “un gran aplauso” (sic) para el buen Jorge, que enfundado en su traje de ocasión y rigurosa corbata intentaba desaparecer detrás del asta de la bandera. Los discursos de la contraparte municipal, pletóricos de vaguedades y lugares comunes, fueron el lamentable colofón de un acto chusco, que culminó con la humillación final, la invitación al lujoso brindis dispuesto a la par de la Marimba Usula: una docena y media de vasos de cartón llenos hasta el borde con los refrescos a punto de vencer donados por una embotelladora local para saciar la sed de los poetas de Honduras.
Además, hay otro par de observaciones que no pueden obviarse, por una regla elemental de sinceridad y objetividad. Es imposible dejar de señalar que la atención a la convocatoria fue pobre, poco representativa, sobre todo en lo que respecta a poetas con mayor trayectoria y obra incuestionable (mujeres y hombres); en su lugar llegaron un par de aprendices, diletantes de tomo y lomo, “turistas literarios” que sustituyen el estudio y la creación seria y responsable por la pose histriónica y la verborrea inútil. En las lecturas colectivas, su triste condición de tartufos se reivindicó con inusual relevancia y los comentarios del público no se hicieron esperar, pese a que Jorge Martínez, apreciado amigo que a veces incurre en grandilocuencias estériles, haya afirmado en su blog que se dieron “perfectas ejecuciones poéticas”, aunque bien podría tratarse de una ironía magistral para aludir a jerigonzas apenas susurradas, tristes supercherías, murmullos casi inaudibles.
Ya entrada la noche, en la Maison Maya el ambiente fue mucho más agradable y distendido, lejos de las estrecheces de la ingrata mañana consistorial. Aunque existe un mundo de distancia entre las posibilidades económicas de la comuna sampedrana y las de nuestro amigo José Carlos, lo cierto es que las atenciones de éste para los poetas fueron generosas y sinceras, superando con creces la infame tacañería de la mañana, por lo que el grupo de poetas invitados pudo disfrutar de un reconfortante y aromático cierre de jornada.
Sobre los recitales en la UPN, Casa de la Cultura de El Progreso y la UNAH-VS, además de las lecturas por Radio UNO y las grabaciones de las voces de los poetas Pompeyo del Valle, Francisco Aquino y José Adán Castelar, hay que destacar que fueron ejemplo de solidaridad que debe mantenerse. Castelar, Aquino y del Valle también ofrecieron una lectura vespertina en la UNAH-VS, donde medio centenar de profesores y estudiantes pudieron escuchar de viva voz los poemas que construyeron el imaginario de una generación marcada por el compromiso político y una honda preocupación estética.
Para concluir, es obligatorio llamar la atención sobre el hecho de que los organizadores han anunciado que tiene entre manos realizar en esta “zona de confluencias” un evento poético de carácter internacional. La empresa, en teoría, es meritoria. Pero es indudable que están obligados a reflexionar sobre los errores cometidos en este ensayo de recital, de lo contrario, si reinciden en seguir la misma línea organizativa, acabarán tropezando de manera estrepitosa.