sábado, agosto 08, 2009

Golpe al golpe. Helen Umaña


«Nosotros estamos hechos de la misma materia de los sueños»
Shakespeare


El 2 de agosto, el parque central de San Pedro Sula vibró de arte y poesía. La bien timbrada voz del cantante popular recreando canciones coreadas por el público. El cuentista oral, hábil en la construcción de hiperbólicas perras, satirizando a políticos mentirosos. El poeta de versos sencillos apuntando a blancos certeros. La escritora con agudos dardos verbales explicando sus razones de inconformidad. El trazo cuestionador del caricaturista desenmascarando a funcionarios traidores al pueblo. El pintor, pincel en ristre, dibujando el rostro dolido de la patria. El tambor garífuna cantando su rebeldía. El mural con el registro fotográfico del maestro masacrado. Teatristas… Músicos… Todos, palpitando al unísono con el sentir de la mayoría de la población.

Agrupados bajo la divisa «Golpe al golpe», en honor a Roger Bados, los escritores y artistas de la zona norte realizamos un acto cultural en el cual, con esas armas intangibles pero poderosas que son los poemas, las canciones, los murales, las caricaturas y las danzas, expresamos un conjunto de sentimientos frente a la crisis social y política a que nos ha orillado la dictadura militar-empresarial. Considerando que la fractura del orden constitucional del 28 de junio constituye una bofetada a la soberana voluntad popular manifestada en las urnas y la cual le dio a Mel Zelaya un legítimo mandato como gobernante de Honduras, he aquí las razones de mi participación en «Golpe al golpe».

Solidaridad con los hondureños caídos durante la actual lucha cívica. Nos duele cada gota de sangre derramada. Vidas útiles y hermosas segadas por la furia represiva. No podemos callar o celebrar su muerte como lo han hecho otros que se proclaman cristianos. Inclusive, su bárbara inmolación ratifica nuestro compromiso con esta Honduras «magnífica y terrible».

Respeto absoluto a la dignidad del ser humano. No transigimos con el atropello o la conculcación de cualquiera de sus derechos. Sobre todo, abogamos por el respeto a la vida. Su corte brutal y violento, en un terrífico cómputo que, en este momento, amenaza con subir sus cifras al extenderse a cualquier miembro de la resistencia, nos provoca sufrimiento, repudio e indignación.

Rechazo a la cultura de la muerte. Esto implica amor a la vida que gozamos en la riqueza de sus múltiples dones (libertad, amistades, bellezas naturales, libros, música, cine….). Por lo mismo, abjuramos de todo aquello que atente contra la vida. Tanto en nosotros como en los demás y la cual también se manifiesta en la falta de pan, vivienda o salud…

Vocación pacifista. Los artistas no somos guerreristas. En Honduras y en cualquier parte del mundo aborrecemos el tableteo de las ametralladoras. Condenamos el aniquilamiento de seres humanos aduciendo falaces argumentos (paz social, democracia, terrorismo…) mediante los cuales se enmascaran los intereses económicos de una minoría insaciable y sedienta de riqueza. Guerra a la guerra podría ser la divisa de nuestro accionar cotidiano.

Amor a la libertad. Por esencia, el artista es un ser libertario. Ni en la vida ni en el arte aceptamos disposiciones arbitrarias. Rechazamos las cadenas al pensamiento y a nuestras palabras, canciones o pinceles. Por esta razón es rotundo nuestro No a la prepotencia e imposición implícitas en el golpe de Estado.

Culto a la belleza. Especialmente, la que ha sido creada por el indomable espíritu del ser humano. Pero deseamos que la misma no sólo sea patrimonio de unos pocos. Anhelamos que los sectores hasta hoy marginados puedan disfrutar de la exquisitez de un libro de versos, de un buen concierto o de una buena pintura. Pero los bienes culturales (y materiales) no nos caerán del cielo. Tienen que ser conquistados mediante un reordenamiento global del sistema social en el cual vivimos.

Es lo menos que podemos ofrecerle a la angustiada tierra en donde nacimos y cuando ya la sangre inocente ha empezado a empapar los caminos de esta hermosa «patria de la espera».

San Pedro Sula, 4 de agosto de 2009

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