lunes, marzo 30, 2009

Pétalos de Guadalupe Nettel


Hace un par de días terminé Pétalos y otras historias incómodas, que reune seis cuentos de la escritora mexicana Guadalupe Nettel, y debo confesar que todavía no me repongo de esa sensación indefinida, esa inquietud, que me dejó la lectura del delgado volumen de 141 páginas, publicado bajo el sello de Anagrama en el año 2008.
Pero quizás debiera empezar por decir que a Guadalupe Nettel -o mejor dicho a sus libros- me la/los recomendó Diana Palaversich, la profesora croata que reside y enseña en la australiana University of New South Wales, quien a su vez es autora del controvertido De Macondo a McOndo, Senderos de la postmodernidad latinoamericana (Plaza y Valdés, 2005), libro que, dicho sea de paso, debiéramos tener como lectura de cabecera todos los que intentamos precisar las claves de la actual literatura latinoamericana.
Pero De Macondo a McOndo merece una entrada propia en este blog, así que mejor volvamos a la Nettel y a sus cuentos, permeados por una atmósfera de irrealidad, casi rondando la levedad de lo fantástico (en una entrevista para Radio France Internationale, Guadalupe Nettel reveló que su pasión por la literatura surge a raíz de la lectura de Narraciones Extraordinarias de Edgar Allan Poe), pero con el peso incuestionable de una prosa cuya sutil precisión denota un gran refinamiento, a la par de un manejo excepcional de la lengua española, pero con matices que denotan la influencia francófona, producto de haber pasado su infancia en Francia, donde también ha realizado gran parte de su vida académica, específicamente sus estudios de literatura en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París.
En una reseña sobre Pétalos publicada en Letras Libres, Rafael Lemus advierte acerca de sus “estructuras, firmes y típicas, que fingen contar una historia mientras narran –como quiere Piglia– otra oculta, doblemente poderosa”, tras anotar que la prosa de Nettel “delata interés en el lector, no ganas de consentirlo. Aunque de factura clásica, estos relatos no intentan provocar en quien los repasa un placer sublime, equilibrado. Persiguen, felizmente, un objetivo menos saludable: incomodar, provocar comezón”. Esa es, precisamente, la inquietud a que nos referíamos antes, la que parece ser la “marca” que distingue a la narrativa de Nettel, y que ya se había manifestado en su primera novela: El huésped (Editorial Anagrama, 2006), con la que fue finalista del Premio Herralde y que fue editada simultáneamente en francés, con el título L’Hôte, por la editorial Actes Sud. Otro elemento por explorar, y que también ha sido señalado por Lemus, es la influencia de Mario Bellatin, filtrada en atmósferas y anécdotas que recuerda a esos seres bellatinianos, maniáticos y minimalistas. Por cierto, en la entrevista para RFI, Guadalupe Nettel confesó su devoción juvenil por los programas televisivos La familia Adams y Los Monsters.
Revisando la información acerca de Guadalupe Nettel hasta da un poco de pena no haberla conocido antes, ya que ha sido señalada con insistencia entre los autores más destacados de su generación. En el 2007, en “Bogotá Capital Mundial del Libro” fue incluida en el listado con los escritores menores de 39 años más representativos de la literatura latinoamericana actual, junto a Jorge Volpi, Juan Gabriel Vásquez, Andrés Neuman, entre otros.
Además, colabora desde hace varios años con distintas revistas y suplementos literarios francófonos e hispanoparlantes como L'atelier du roman, L'inconvénient, Quimera, Cultura/s de La Vanguardia, Qué Leer, Confabulario, El Ángel, Hoja por Hoja y Letras Libres. También dirige la revista Número Cero, un proyecto de intersección entre las culturas iberoamericanas y francófonas. Y Pétalos ha sido galardonado con el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen en México.
En fin, para quienes aun no han leído nada de Guadalupe Nettel, les recomiendo su cuento “La vida en otro lugar”, que fue incluido por Letras Libres en su número monográfico de agosto de 2008.

jueves, marzo 26, 2009

El dulce veneno de la literatura


Este genial artículo firmado por Claudio Magris (foto), publicado por El Malpensante bajo el título Literatura y veneno, no tiene desperdicio al hacer acopio de una dilatada tradición de celos, envidias, chismes y pataletas firmadas por escritores contra otros escritores, y revela con precisión algunas particularidades en cuanto a sus motivos y orígenes.
Magris precisa que “una gran obra clásica y armoniosa puede poner en crisis al autor de una gran obra fragmentaria y desacralizante, poner en duda su legitimidad e impulsarlo por lo tanto a rechazar de un modo sectario ese clasicismo, del mismo modo que puede suceder lo inverso. En un caso así, el juicio sale desequilibrado, pero al ser unilateral se entiende que proviene de un sufrimiento, de la necesidad de proteger una exigencia creativa, lo que no justifica ese juicio, pero lo explica y le confiere cierta dignidad humana. Conrad o Hamsun se equivocan, por supuesto, al condenar a Dostoievski y a Ibsen, pero uno entiende por qué sentían la necesidad de hacerlo.”
No obstante, y así lo advierte el autor italiano: “Más a menudo, sin embargo, estas diatribas endogámicas, que no se salen del mismo gremio, desnudan un origen menos noble: un narcisismo exasperado, una pretensión de ser el único dios creador al que hay que adorar, y una penosa inseguridad, que percibe todo homenaje ofrecido a otro como un hurto y un atentado contra la propia necesidad de ser amado y aceptado”.
P. D. La nota se refiere a diatribas literarias, lo cual desvirtúa cualquier alusión posible a escaramuzas vernáculas en razón de seudopoéticas diferencias numismáticas.

domingo, marzo 22, 2009

Bolaño: Suma y sigue


Anagrama editará 'El Tercer Reich', reza la nota firmada para El País por Carles Geli desde Barcelona, donde da cuenta de algunos entretelones de la novela “Bolaño y sus inéditos”, lo que da pie para pensar que se deberá hacer acopio del salvajismo de una legión de detectives para indagar en las mil y una manipulaciones que Wylie, López & Co. han fraguado para seguir engrosando sus bolsillos a costa de la explotación grosera y vulgar de la figura (y obra) de Roberto Bolaño.
Y para dejar constancia en el archivo, reproduzco a continuación la nota completa, seguida de algunas reflexiones (tomadas de un artículo publicado en La Jornada) en las que se incluye a Carmen Pérez de la Vega, la compañera sentimental de Bolaño al momento de su muerte, que ayudan a entender los elementos “sentimentales” presentes en esta madeja editorial:

Anagrama editará 'El Tercer Reich'
El legado Bolaño tiene diversos frentes. Al sonoro cambio de agente literario (de la todopoderosa oficina de Carmen Balcells a la del chacal Andy Wylie), se añade la hoy ya irresoluble polémica sobre si el autor, detallista hasta lo enfermizo, hubiera permitido que su viuda fuera desempolvando manuscritos de sus cajones.
El primer resultado de ese rebuscar se dio en la pasada Feria del Libro de Francfort, donde del catálogo de The Wylie Agency destacaba El Tercer Reich, una novela "completa" mecanografiada "pero meticulosamente corregida a mano". Es puro Bolaño porque hay una especie de detective literario, personajes extravagantes y un sinfín de referencias literarias. A saber: Udo Berger, que querría ser un gran escritor pero que se ha de conformar con ser el campeón de juegos de guerra de Stuttgart, decide ir al hotel Del Mar de la Costa Brava junto con su nuevo amor, Ingeborg, para entrenarse con un nuevo juego, El Tercer Reich, y preparar así un torneo internacional. Todo correcto hasta que el marido de la pareja germana que acaban de conocer desaparece.
Tras siete meses de arduas negociaciones, Jorge Herralde, editor de Anagrama y que ha publicado en España a Bolaño, firmará la semana próxima el contrato de edición de la obra, que lanzará en enero de 2010. "Es anterior a sus dos grandes novelas", ubica Herralde, que dice casi aliviado no saber nada de las otras dos obras inéditas, como pidiendo tiempo, sabedor de que la literatura es la literatura... y sus circunstancias.

Bolaño y Carmen Pérez de la Vega

“Carmen Pérez de Vega, que estuvo a su lado en los últimos tiempos, lo niega. "Roberto quería vivir. Tenía proyectos e ilusiones. Quería ver crecer a sus hijos. Desde que le diagnosticaron la enfermedad no dejó de cuidarse, tomaba su medicación, evitaba las grasas y no probaba el alcohol, ni gota, pero yo solo puedo hablar realmente de sus últimos años. Ahora bien, lo que sí hizo a temporadas es negar la enfermedad. Aceptar un trasplante es una decisión difícil. Quizá no era del todo consciente de que lo que le faltaba era tiempo, aunque alguna vez llegó a expresarlo. Tengo el convencimiento de que, de saber que tenía un plazo más largo, habría escrito al mismo ritmo".
Pérez de Vega, a quien está dedicado el cuento "El viaje de Álvaro Rousselot", es una pieza fundamental en el complejo puzzle Roberto Bolaño. Ella fue compañera sentimental del escritor en los últimos dos años, aunque el autor no cortó oficialmente amarras en su matrimonio con la que hoy es su viuda, Carolina López, actual representante de los derechos de sus hijos, Lautaro y Alexandra.
Rebobinemos. En el índice onomástico de Entre paréntesis aparece Carmen Pérez de Vega. Pero en la página a la que remite la entrada, la 17, solo puede leerse un fragmento de la novela breve de Bolaño Amberes. En esa página debían ir los agradecimientos de Echevarría a quienes le habían ayudado en el ensamblaje del libro. Alguien con total autoridad impugnó los agradecimientos, si bien el índice onomástico siguió su curso.
A la muerte de Bolaño, su viuda se dirigió a Echevarría para que "encauzara la edición de sus libros póstumos", según el crítico literario. "Ella me dijo que Roberto le había dicho, a su vez, que me consultara las decisiones relativas a su obra".
Echevarría recibió copia de los archivos del disco duro de Bolaño. Suya, de López y del editor Jorge Herralde fue la decisión de sacar 2666 como un libro en vez de como cinco, opción que prefería Bolaño pensando en la seguridad económica de sus hijos. Después Echevarría propuso la edición del, a la postre, conflictivo volumen Entre paréntesis. Fruto de su "exploración" del disco duro, la colección de relatos y esbozos El secreto del mal fue el último libro impulsado por Echevarría. Simultáneamente apareció La universidad desconocida, ya sin rastro de Echevarría y prologado por López "en representación de los herederos del autor".
Porta habla de un "malentendido" entre López y Echevarría. Montané cree que "Carolina no quiere oír comentarios de gente que conocía a Roberto". Una voz que reclama el anonimato hila más fino: "Los amigos de Roberto que no han roto con Carmen, a quien conocíamos todos, para alinearse con Carolina están siendo borrados de la foto".
Echevarría se limita a decir que su "colaboración" con López se "suspendió" por razones en las que prefiere no entrar. No obstante añade que López quedó "desbordada por el hostigamiento de periodistas, mundo literario y admiradores. Se dio cuenta de que el legado de Bolaño es una industria que hay que administrar y se volvió especialmente susceptible con todo lo referente a esa industria".
En ningún momento, empero, cuestiona Echevarría a López, que se ha negado a hablar con este diario en dos ocasiones. "Era la primera lectora de los textos de Roberto y participó de la épica bolañiana, fue su pareja en los años difíciles, así que está legitimada para gestionar su legado". En el mismo sentido, García Porta recuerda que "durante años vivieron del sueldo de Carolina".
Y mientras esas cosas suceden en casa, la leyenda Bolaño se agiganta en todo el mundo --pero más en Latinoamérica donde se ha convertido en un símbolo global para los jóvenes--hasta proporciones inverosímiles. Su amigo Rodrigo Fresán, escritor, comenta a modo de disparate que le han pedido un artículo sobre el supuesto de que Bolaño gana el Nobel. Él debía hacer la crónica del acto y reflejar el discurso de aceptación del ganador. "Es muy molesta toda esa glotonería alrededor de la figura de Roberto. Casi da miedo. Lo que hay que hacer es leerle", apostilla Pérez de Vega.

martes, marzo 17, 2009

Milton, el diablo y la poesía


Al leer Babelia, en su edición del sábado anterior, encontré esta nota sobre Milton, la celebración de su cuarto centenario, el Paraíso perdido y la "invención" de Satán, y me pareció pertinente incluirla en el blog, con la esperanza de que no "dispare las alarmas" de más de algún beato(a) con su equívoco aroma a azufre. La ilustración, por supuesto, es de Blake.

Partidario del diablo
Fernando Castanedo

Según una antigua teoría, toda la literatura inglesa desde el siglo XVIII descendía de dos autores. Uno era Miguel de Cervantes, quien con el Quijote se convirtió en padre de la sátira y la parodia anglosajonas y de la literatura popular escrita en el estilo humilde (empezando por Swift, Defoe, Fielding...). El otro era John Milton, que con El paraíso perdido apadrinó la poesía grave, tanto épica como lírica, escrita en el estilo sublime (desde Gray, Thompson, Young...). Teniendo en cuenta su grado de generalidad, la antigua teoría sigue pareciendo razonable. Casi tan razonable y antigua como el mismo Milton, cuya vida y obra celebran estos días los ingleses con motivo de su cuarto centenario.
Aparte de algunos poemas en inglés y en latín, la trayectoria literaria del poeta empezó con una conmovedora elegía, Lycidas, dedicada a su compañero de Cambridge Edward King, que había muerto en un naufragio. De paso que lloraba al amigo, aprovechó para atacar a la jerarquía eclesiástica y para recordar la amenaza que suponía el catolicismo para los puritanos como él.
Durante un viaje de estudios por Europa visitó a Galileo, confinado en su casa por defender los movimientos celestes, y cuando volvió a Inglaterra se encontró un país convulso al que le quedaban pocos años para convertirse en el primer Estado en ajusticiar a su rey. Escribió panfletos a favor del regicidio y del divorcio, y cuando intentaron censurarle contraatacó con Areopagitica, uno de los textos fundacionales sobre la libertad de prensa.
Durante los años de la Revolución Inglesa se convirtió en funcionario de la nueva república, y cuando los reyes volvieron al trono de Inglaterra logró salvar la vida -no así la vista, pues se había quedado ciego en 1652-. El prestigio y las amistades lograron que todo quedara en una fugaz visita a la cárcel. Después llevó una vida retirada bajo el cuidado de sus esposas -en total llegó a casarse tres veces- y sus hijas, que se quejaban de un padre tiránico y cicatero que les obligaba a leerle en lenguas que no comprendían. A ellas, que cuando faltaba dinero vendían los libros del escritor, les debemos nosotros y la historia de la literatura que tomaran al dictado los más de diez mil versos de El paraíso perdido.
Siguiendo la recomendación de abordar asuntos ya tratados por otros poetas, Milton reelaboró en esta obra el primer cuento del primer libro de nuestra cultura, la historia de Adán y Eva en el Génesis. Aunque su propósito era justificar ante los hombres "las sendas del Señor", la grandeza del poema se debe no tanto a los argumentos teológicos como a la creación del personaje de Satán. Porque con él modeló a un seductor elocuente que, tras verse abismado desde las alturas, recordaba a sus huestes que la mente puede hacer "del infierno un cielo, y del cielo, un infierno"; porque inventó un héroe que se venga de Dios provocando la expulsión de Adán del paraíso, y porque convirtió a un perdedor soberbio y rastrero, que hasta la fecha había ocupado un papel secundario, en protagonista. Los románticos, tan amigos del demonio, idolatraron a este poeta que ahora cumple cuatrocientos años. William Blake dijo que "si escribió con trabas sobre Dios y los ángeles y con libertad absoluta sobre Satán es porque fue un verdadero poeta y, aunque no se diese cuenta, partidario del diablo". -

martes, marzo 10, 2009

Bolaño inédito o cómo hacer ricos a terceros


En una entrada anterior de este blog: “Bolaño y los mercachifles", ya había advertido acerca de la evidente manipulación de los “papeles inéditos” de Roberto Bolaño. En esa ocasión fueron su viuda Carolina López y la editorial Anagrama (aprovechando las pesquisas de Ignacio Echevarría en el disco duro de la computadora de RB) los beneficiado$ con el hallazgo de una colección de relatos que luego Herralde & Co. trocaron en El secreto del mal. Pese a nuestra inicial reticencia, pudo más la curiosidad y, casi sin darnos cuenta, ya estábamos “ajustando” el importe del libro. Por la manera en que fue anunciado el hallazgo, prácticamente no quedaban dudas de que era el último de sus textos y no había de otra que comprarlo.
Pero la ambición es asunto serio y ahora Carolina López reincide en su condición de insaciable albacea (haciendo de lado a Echevarría), tras aliarse con el tristemente célebre "chacal", Andrew Wylie, cuya voraz estrategia editorial hará que Herralde luzca cual humilde palomita. De hecho, para iniciar tan productiva alianza, la viuda y el chacal ya han anunciado el “descubrimiento de dos novelas (¡!), diarios y alforjas llenas de poemas inéditos de RB.
Como advierte Iván Thays en su Moleskine: “la aparición de un inédito debería ser siempre una buena noticia para los fans de su autor. Pero no veo demasiadas caras felices respecto a esta noticia, por cierto.”
Pero en un afán por cambiar la horrible mueca en sonrisa, proponemos la lectura de la nota del narrador argentino Andrés Neuman titulada “Las tres apariciones de Bolaño”.

domingo, marzo 01, 2009

Guadalajara de noche, de León Leiva Gallardo


La aparición de Guadalajara de noche (Tusquets, 2006), la novela del hondureño nacido en Amapala, León Leiva Gallardo, representó una grata sorpresa para el mundo literario nacional (un paisano que publicaba en ultramar). Cuando el anuncio de su publicación circuló en los medios electrónicos recibí llamadas y correos en los que me preguntaban si sabía algo acerca de su autor o de la obra, y no me quedó más que asumir mi ignorancia. Acto seguido consulté con otros amigos y nadie me supo dar razón de la obra y de su autor. Luego encontramos las referencias completas en la red, pero fue apenas unos días atrás cuando, por gentil préstamo de Helen Umaña, la novela llegó hasta mis manos. Y la leí con verdadero gusto, disfruté mucho con su conocimiento (¿de primera mano?) de las mil y una manías del bolo, de sus gomas y desengomes. También resulta refrescante su desenfado, la agilidad de los diálogos y la manera sutil en que establece relaciones con la tradición literaria universal, con alusiones sesgadas y citas indirectas que revelan a un lector inteligente y culto. Tampoco hay que pasar por alto sus referencias a la patria que, por suerte, carecen de la sensiblería y los clichés producto de la famosa mezcla Cri-Cri con Silvio Rodríguez que se ha convertido en leit motiv de algunos “artistas” e “intelectuales” locales, que han hecho de las menciones a la identidad nacional, entendida como uno más de los “productos nostálgicos”, el negocio más rentable del mundo. Y no podemos menos que simpatizar con Leiva Gallardo, cuya “pinta” de Orson Welles fue advertida por Darío Cálix, y su manera de asumir el oficio literario como un ejercicio vital que nada tiene de glamoroso, alejado del servilismo mediático que otros fantasmones se obstinan en perpetrar. En palabras de Leiva Gallardo: “participar en cuestiones literarias me causaba un estorbito en el estómago y me llegaba a dar hasta basca. Todo lo literario me dejaba un sabor a hiel” (p.305). Por cierto, Leiva Gallardo publicó en el 2008 su nueva novela: La casa del cementerio, también bajo el sello de Tusquets y sobre la cual pueden leer algunas reseñas, como las de El Universal y La Jornada de Jalisco.