Nosotros, los abajo firmantes, premios nacionales de Literatura y representantes de tres generaciones de trabajadores hondureños de la palabra artística escrita, nos pronunciamos de la manera que sigue ante los deplorables hechos del 28 de junio y subsiguientes acontecimientos:
De entrada manifestamos que desde el comienzo mismo de nuestra actividad intelectual, cada uno en su lugar de origen, tuvimos conciencia de ser (como hijos de esta tierra), legítimos herederos de los grandes combatientes nacionales del siglo XIX que batallaron contra el oscurantismo y pusieron sus vidas al servicio de la humanidad; de ahí que nuestras obras (sin importar su modestia) se encuentren ligadas al destino de nuestro pueblo.
De entrada manifestamos que desde el comienzo mismo de nuestra actividad intelectual, cada uno en su lugar de origen, tuvimos conciencia de ser (como hijos de esta tierra), legítimos herederos de los grandes combatientes nacionales del siglo XIX que batallaron contra el oscurantismo y pusieron sus vidas al servicio de la humanidad; de ahí que nuestras obras (sin importar su modestia) se encuentren ligadas al destino de nuestro pueblo.
Como todo el mundo sabe, pero no está de más subrayar, la crisis política y social que ahora padecemos fue suscitada por los grupos oligárquicos y los sectores más retardatarios de nuestra sociedad, confabulados con las bayonetas, para derrocar al presidente Manuel Zelaya, cuyo principal “delito” fue su intento de introducir un nuevo estilo de gobernar el país, donde por siglos los favorecidos han sido siempre los que más tienen.
Por esa razón vemos, indignados, cómo los medios de comunicación independientes (como Radio Globo y Canal 36) son objeto de atentados, sabotajes e intimidaciones, para impedir que divulguen lo que realmente está pasando en Honduras, y de este modo sólo se conozca la información distorsionada ofrecida por las cadenas de radio, televisión y prensa propiedad de los golpistas y sus lacayos. De ahí que se debe poner énfasis en la libertad de informar.
Lo que en las primeras horas aparentemente sólo tiene un sentido local y un interés restringido, va ganando la atención y la admiración del planeta a medida que la resistencia del pueblo hondureño se universaliza y se organiza en torno al Frente Nacional contra el Golpe de Estado que hace valedero el mandato constitucional: “Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador ni a quien asuma funciones o empleos públicos por la fuerza de las armas.”
Nos complace advertir la participación de los nuevos artistas y escritores hondureños (o aspirantes a serlo) en las jornadas de lucha antigolpista. También nos llena de satisfacción y orgullo la solidaridad militante de las nuevas promociones de artistas populares latinoamericanos que incluso han viajado desde sus remotos países (como Argentina, Venezuela, y Chile) para extendernos sus manos amigas. Nosotros, los abajo firmantes, poetas hondureños de la vieja guardia pero en renovación espiritual constante, saludamos agradecidos a todos los pueblos del mundo, nuestros hermanos, sin distinciones de ninguna naturaleza.
Tenemos la firme convicción de que en esta etapa del proceso de lucha no se trata ya únicamente de la restitución del mandatario defenestrado y el retorno a la institucionalidad; creemos que las masas, aprendiendo de su propia experiencia, se preparan para un recorrido futuro por vías más audaces en términos de progreso social y de aspiraciones humanas más amplias y profundas.
Finalmente, nosotros, los abajo firmantes, poetas sin remedio, declaramos que si se acercan a preguntar sobre qué hacemos o qué escribimos actualmente, responderemos con estas dos líneas del poema de Julio Cortázar “La poesía está en la calle”:
Escucha, amor, escucha el rumor de la calle,
Eso es hoy el poema, eso es hoy el amor.
Pompeyo del Valle
Rigoberto Paredes
Adán Castelar
Tegucigalpa, agosto de 2009.
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