Es difícil contener las emociones de rabia e impotencia al ver la represión militar contra los miembros de la Resistencia Nacional contra el Golpe de Estado, en las cercanías de la embajada de Brasil, en los alrededores del barrio Morazán y Guadalupe, en el Hato de Enmedio, Colonia Kennedy y otros centros urbanos tegucigalpenses.
La bienvenida a nuestro Presidente Constitucional Mel Zelaya Rosales, hospedado en la embajada de Brasil, fue apoteósica. Pero la alegría no duró mucho. El usurpador Micheletti inmediatamente que supo de este acontecimiento político, reunió a todo su grupo asesor y ejecutor de la violencia represiva, ministros, empresarios, policías, militares, religiosos, mediáticos y re-emprendió la represión generalizada en Tegucigalpa y el país entero.
Toda persona que estuvo cercana a la zona de Palmira, donde se ubica la Embajada de Brasil, fue apresada, torturada, presa, asesinada o desaparecida.
Finalmente, la embajada en donde se hospeda el Presidente, le fue cortada todo servicio público. Los militares que rodean esta zona residencial, lanzaron bombas lacrimógenas al interior.
En el país, los miembros de la Resistencia Nacional han emprendido manifestaciones de apoyo, mientras es reprimida con toda la bestialidad posible e imaginable. Han implementado campos de concentración en los centros de juego de béisbol.
El pueblo sufre la inclemencia de un ejército y una policía asesina, mientras en el mundo internacional la diplomacia con todas las comodidades del mundo moderno, reflexiona sobre las propias limitaciones
Cuando un país tan pequeño y pobre sufre una embestida represiva histórica, nadie en el mundo lo toma en cuenta con la prisa, la emergencia y la efectividad de la solidaridad internacional.
Ya las frases de aliento son insuficientes, el apoyo lingüístico está demás. Las naciones del mundo, harán su presencia concreta en Honduras hasta cuando una masacre de un tamaño insospechado se realice, tal como ha sucedido en Africa. Estamos a un paso de la africanización nacional. El odio y el desprecio por la vida de los que no pertenecen al pensamiento uniformado de los golpistas se harán sentir cada día más con intensidad bestial.
No se debe esperar ya nada de los candidatos políticos en unas elecciones que ya están fuera de un alcance posible.
Sólo existen dos frentes: el pueblo y el grupo golpista.
Si es posible asumir una racionalidad madura, una sensatez social, una humanización del problema político en que hemos caído, será bienvenida.
Lo terrible de esta crisis es que sea traicionado el pueblo y se le imponga una negociación humillante y destructora. Mientras tanto, seguiremos apoyando a la Resistencia Nacional en la medida de nuestras posibilidades.
La bienvenida a nuestro Presidente Constitucional Mel Zelaya Rosales, hospedado en la embajada de Brasil, fue apoteósica. Pero la alegría no duró mucho. El usurpador Micheletti inmediatamente que supo de este acontecimiento político, reunió a todo su grupo asesor y ejecutor de la violencia represiva, ministros, empresarios, policías, militares, religiosos, mediáticos y re-emprendió la represión generalizada en Tegucigalpa y el país entero.
Toda persona que estuvo cercana a la zona de Palmira, donde se ubica la Embajada de Brasil, fue apresada, torturada, presa, asesinada o desaparecida.
Finalmente, la embajada en donde se hospeda el Presidente, le fue cortada todo servicio público. Los militares que rodean esta zona residencial, lanzaron bombas lacrimógenas al interior.
En el país, los miembros de la Resistencia Nacional han emprendido manifestaciones de apoyo, mientras es reprimida con toda la bestialidad posible e imaginable. Han implementado campos de concentración en los centros de juego de béisbol.
El pueblo sufre la inclemencia de un ejército y una policía asesina, mientras en el mundo internacional la diplomacia con todas las comodidades del mundo moderno, reflexiona sobre las propias limitaciones
Cuando un país tan pequeño y pobre sufre una embestida represiva histórica, nadie en el mundo lo toma en cuenta con la prisa, la emergencia y la efectividad de la solidaridad internacional.
Ya las frases de aliento son insuficientes, el apoyo lingüístico está demás. Las naciones del mundo, harán su presencia concreta en Honduras hasta cuando una masacre de un tamaño insospechado se realice, tal como ha sucedido en Africa. Estamos a un paso de la africanización nacional. El odio y el desprecio por la vida de los que no pertenecen al pensamiento uniformado de los golpistas se harán sentir cada día más con intensidad bestial.
No se debe esperar ya nada de los candidatos políticos en unas elecciones que ya están fuera de un alcance posible.
Sólo existen dos frentes: el pueblo y el grupo golpista.
Si es posible asumir una racionalidad madura, una sensatez social, una humanización del problema político en que hemos caído, será bienvenida.
Lo terrible de esta crisis es que sea traicionado el pueblo y se le imponga una negociación humillante y destructora. Mientras tanto, seguiremos apoyando a la Resistencia Nacional en la medida de nuestras posibilidades.
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