Mientras en Honduras cuatro nigromantes, bajo la férula de Chivo Negro, se desgañitan y rasgan sus costosas vestiduras afirmando que el capitalismo (y su esperpento abusivo: la democracia…y al llegar aquí siempre sugiero leer a Borges, quien la definió con lúcida precisión) es el mejor de los mundos posibles y que las desventuras que sufrimos son el justo precio que debemos pagar por la gracia de poseer la constitución más perfecta sobre la faz de la tierra, hasta en Letras libres se atreven a plantear que el “sueño” ha terminado y se esfuerzan por encontrar respuestas para el futuro. En su artículo titulado “Después del capitalismo”, Geoff Mulgan expresa, entre otras cosas:
“Pero si un sueño ha terminado, ¿qué otros sueños nos esperan en las sombras? ¿Se adaptará el capitalismo? ¿O deberíamos hacernos de nuevo una de las grandes preguntas que ha animado la vida política durante casi dos siglos: qué puede venir tras el capitalismo? Hace sólo unos años esta pregunta fue aparcada, considerada tan juiciosa como preguntar qué vendría después de la electricidad. Los mercados globales habían puesto a China y la India en su órbita, el triunfo del capitalismo parecía completo y el islam medievalista y los maltrechos ejércitos que rodean las cumbres del G8 empujaban para ser su último y débil competidor. Las empresas multinacionales, se decía, iban a comandar imperios más grandes que la mayoría de los Estados-nación, y en ciertos aspectos se habían ganado la afiliación de las masas gracias a sus marcas.
Pero la lección del propio capitalismo es que nada es permanente: “Todo lo que es sólido se desvanece en el aire”, como dijo Marx. En el capitalismo hay tantas fuerzas que lo socavan como fuerzas que lo empujan hacia delante. En este ensayo contemplo en qué se podría convertir el capitalismo al otro lado del desplome. No pronostico ni el resurgimiento ni el colapso. Sugiero más bien una analogía con otros sistemas que en el pasado parecieron igualmente inmutables.”
Pero la lección del propio capitalismo es que nada es permanente: “Todo lo que es sólido se desvanece en el aire”, como dijo Marx. En el capitalismo hay tantas fuerzas que lo socavan como fuerzas que lo empujan hacia delante. En este ensayo contemplo en qué se podría convertir el capitalismo al otro lado del desplome. No pronostico ni el resurgimiento ni el colapso. Sugiero más bien una analogía con otros sistemas que en el pasado parecieron igualmente inmutables.”
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