Acabo de recibir un artículo de La Nación (Argentina) y me encuentro con esta genial respuesta del escritor Abelardo Castillo a la pregunta: ¿Qué les puede dar la literatura a los jóvenes en estos tiempos?
"La gran literatura plantea preguntas, y lo que necesita la juventud actual, como lo ha necesitado siempre, es volver a plantearse las grandes preguntas para darles sus propias respuestas. Los hermanos Karamazov , de Dostoievski, por ejemplo, ¿qué soluciones da? En realidad, te llena de preguntas: ¿Dios existe? ¿Qué es el bien? ¿Qué es el mal? Todas las preguntas que plantea un gran libro son las que hacen que uno empiece a pensar con su propia cabeza".
Para los que quieren saber más, Castillo nació en Buenos Aires en 1935, es cuentista, novelista y dramaturgo, y en la entrevista reitera que "un escritor serio es aquel que preserva un espíritu adolescente signado por la búsqueda de absolutos". Definición que, a la luz de una obra que incluye títulos como Las otras puertas (1961), El que tiene sed (1985), Crónica de un iniciado (1991) Las maquinarias de la noche (1992), El evangelio según Van Hutten (1999) y El espejo que tiembla (2006), pareciera calzarle como un guante.
Así que de eso se trata, de plantearse preguntas y de empezar a buscarles respuesta. La literatura implica un proceso dinámico de descodificación y reflexión, no todo es sentarse y disfrutar, tampoco es manual de autoayuda ni recurso lacrimógeno para damas de sociedad, ni Paulo Coelho ni Isabel Allende; la gran literatura, la verdadera literatura, la única literatura posible parte del desasosiego, de la búsqueda sin tregua, de la autenticidad.
"La gran literatura plantea preguntas, y lo que necesita la juventud actual, como lo ha necesitado siempre, es volver a plantearse las grandes preguntas para darles sus propias respuestas. Los hermanos Karamazov , de Dostoievski, por ejemplo, ¿qué soluciones da? En realidad, te llena de preguntas: ¿Dios existe? ¿Qué es el bien? ¿Qué es el mal? Todas las preguntas que plantea un gran libro son las que hacen que uno empiece a pensar con su propia cabeza".
Para los que quieren saber más, Castillo nació en Buenos Aires en 1935, es cuentista, novelista y dramaturgo, y en la entrevista reitera que "un escritor serio es aquel que preserva un espíritu adolescente signado por la búsqueda de absolutos". Definición que, a la luz de una obra que incluye títulos como Las otras puertas (1961), El que tiene sed (1985), Crónica de un iniciado (1991) Las maquinarias de la noche (1992), El evangelio según Van Hutten (1999) y El espejo que tiembla (2006), pareciera calzarle como un guante.
Así que de eso se trata, de plantearse preguntas y de empezar a buscarles respuesta. La literatura implica un proceso dinámico de descodificación y reflexión, no todo es sentarse y disfrutar, tampoco es manual de autoayuda ni recurso lacrimógeno para damas de sociedad, ni Paulo Coelho ni Isabel Allende; la gran literatura, la verdadera literatura, la única literatura posible parte del desasosiego, de la búsqueda sin tregua, de la autenticidad.
2 comentarios:
La verdadera literatura despierta un deseo insaciable de conocer más, y sí, no es sólo leer por placer, hay algo más, y es que la verdadera literatura, también exige la presencia de un lector competente.
Parece que nuestra amiga Rosa María empieza a acercarse a la noción de "lector competente". Felicidades! Podría llegar a superar al fauno en ese aspecto. Qué dice, Fauno, está de acuerdo? O prefiere no "polemizar"?
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