No encuentro mejores palabras que las de su amigo Alejandro Rossi -en “Borrador de un elogio” [a Octavio Paz]- para definir a ese humanista moderno, tan denostado y tan amado a partes iguales, llamado Octavio Paz:
"Ha sido el gran escritor, de acuerdo, y también –aunque tal vez no guste la palabra– nuestro pedagogo por excelencia: nos ha forzado a abandonar el barrio y sus lunas caseras, nos ha colocado en la plaza del mundo, nos ha obligado a leer –desde un poeta chino a un soneto desatendido de Lope de Vega–, nos ha convencido de que el ombligo no es tan interesante, nos ha enseñado que la cautela es el peor aliado del escritor, que la libertad debe ser el pan nuestro de cada día, el alimento de la aventura artística".
Y nada mejor que sirvan de preámbulo al trabajo donde Guillermo Sheridan nos muestra una de sus facetas menos elogiadas: "Octavio Paz, editor".
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