Mientras reviso El País, en su edición online del 28 de enero de 2011, me encuentro con la carta de un lector llamado Joaquín Guadaño, publicada bajo el título “Islandia, una democracia real”. La leo y releo y pienso en el tema de las comparaciones: la H y Túnez, o la H e Islandia, como usted quiera. Pero mejor reproduzco la carta y así acaban los misterios; y por aquello de las dudas también pueden verla en el sitio original haciendo clic aquí.
Islandia, una democracia real
Islandia es, probablemente, el único país del mundo, junto con Túnez, que ha visto caer su Gobierno a causa de la crisis, y en ambos casos por la reacción del pueblo en la calle.
Los islandeses, además de conseguir la dimisión del Gobierno en pleno, también a base de caceroladas, han logrado un referéndum en el que han mostrado un rotundo "no" a las condiciones que el Gobierno pactó con sus acreedores para la devolución de su deuda (solo el 1,8 de los votantes se mostró favorable a las condiciones pactadas). Y para culminar este renacimiento de una democracia real, el país está inmerso en un proceso constituyente en el que participan directamente los ciudadanos.
Y todo gracias a la pacífica presión popular. Si finaliza el proceso, será la primera Constitución en la historia que no es redactada por una élite relacionada con el poder dominante. Quizá sea un iluso, pero a lo mejor algo está cambiando. ¿Será necesario llegar a la bancarrota o estar sumidos en una dictadura opresiva para que se imponga el sentir común de la ciudadanía? ¿Pasará la crisis sin pena ni gloria, o nos servirá para dar un paso adelante deseado por todos?
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