Estas son las treinta y ocho respuestas al cuestionario enviado por el poeta Roberto Sosa para la nueva edición de su libro Diálogo de sombras:
1. Háblenos de su obra publicada e inédita.
R. Este año (2007) acaban de salir de imprenta dos textos de mi autoría: Las virtudes de Onán, una pequeña colección de relatos, y La danta que hizo dugú, donde se recogen los textos provenientes de la tradición oral garífuna que recopilé luego de varios años, desde 1991 para ser exactos, de investigación de campo en la costa atlántica de Honduras, acompañados de un breve estudio introductorio. Antes, en el 2002, aparece El relato fantástico en Honduras, una antología de textos precedida por un ensayo que intenta dar cuenta del particular desarrollo de este género en la narrativa nacional. Luego de una reimpresión en Honduras, la editorial Letra Negra de Guatemala publicó la segunda edición, revisada y ampliada, en el año 2004. Esta misma editorial me encargó elaborar una antología de cuentistas hondureños del siglo pasado (de los autores nacidos hasta 1960) que apareció en el 2005 bajo el título Honduras, Narradores Siglo XX. También he publicado artículos en suplementos culturales y revistas literarias que algún día espero recoger en un volumen para el cual he escogido el título de La obsesión del miope.
2. ¿Cuáles son los principales problemas para la publicación de libros en Honduras?
R. En esta época posmoderna, y limitándome a los términos “publicación” y “literatura”, creo que ninguno. Aunque algunas editoriales como Guaymuras y Guardabarranco se han decantado por los estudios de corte socio-histórico y de género (hecho que al principio preocupó a algunos literatos), actualmente veo que los jóvenes entusiastas de la poesía han logrado establecer mini-editoriales donde editan opúsculos a discreción favorecidos por generosas ayudas provenientes de filántropos del primer mundo y por originales iniciativas de mercadeo. De hecho, creo que nunca como en esta época ha habido tal proliferación editorial en nuestro país; ahora hablar de calidad ya es otro asunto más peliagudo…
3. ¿Existe un mercado de la obra literaria en este país y cuáles son los canales para su distribución?
R. Si partimos del hecho de la casi inexistencia de un público que posea un adecuado nivel de competencia lectora, podríamos inferir que tampoco hay un mercado posible. En cuanto a los “canales de distribución”, la mayor parte de las librerías rechazan los libros de autores nacionales y las que distribuyen literatura de calidad cada vez son más escasas, en la mayoría encontramos los estantes atiborrados de sandeces firmadas por Coelho o Allende, junto a libros de autoayuda, que tiene un mercado potencial casi ilimitado, integrado –como dice Hernán Migoya- por “estúpidas treintañeras de esas que aun están esperando a que aparezca su Príncipe Azul…y que confunden a la literatura con el teléfono de la esperanza”. Así que de no lograr un acuerdo de distribución y venta con un colegio o universidad, el autor nacional deberá echarse su morral al hombro y vender sus libros de puerta en puerta.
4. ¿Existe la crítica literaria en Honduras?
R. Más de algún despistado ha afirmado que no existe, pero esta aseveración temeraria apunta a desconocer la presencia de personas que, en mayor o menor medida, han cumplido con el necesario papel de mediador informado que corresponde a la figura que usualmente llamamos “crítico literario”. En resumen la respuesta es “sí”.
5. ¿Quiénes son esos críticos?
R. Actualmente he leído interesantes estudios culturales –con incuestionable enfoque literario- de autores como Héctor Miguel Leyva y Jorge Amaya. José Antonio Funes ha escrito Froylán Turcios y el Modernismo en Honduras, posiblemente el estudio más completo sobre un autor nacional, mientras que Leonel Alvarado ha profundizado con propiedad en la vida y obra de Edilberto Cardona Bulnes. Julio Escoto desde hace algún tiempo trabaja en los temas ligados a la narrativa nacional y su inserción en el marco de una cultura del Caribe. Helen Umaña nos ha legado textos canónicos de nuestra historia literaria, en la medida que son el incuestionable punto de partida para investigaciones más focalizadas. Sara Rolla, en su revelador libro sobre la poesía de Roberto Sosa, hace gala de una aguda percepción crítica. Salvador Madrid también ha expuesto ideas muy originales sobre la poesía de la generación a la cual pertenece. Y qué decir de Hernán Antonio Bermúdez, cuya obra crítica, breve pero puntual, nos ha enseñado las virtudes de la imparcialidad…
6. ¿Se conoce la obra literaria hondureña en el extranjero?
R. Sí, pese a los históricos problemas de distribución que ha sufrido, la obra literaria hondureña se conoce en el extranjero: en algunos casos merced a su calidad incuestionable, que incluso ha merecido reconocimientos para sus autores, y en otros ha sido gracias a la intensa y sistemática labor de auto-propaganda y cortejo de los medios de comunicación.
7. De los escritores y poetas hondureños de diferentes épocas ¿quiénes son a su juicio los más relevantes?
R. No quisiera elaborar listas, porque siempre se echa a alguien en falta y podemos ser víctimas del “síndrome Bloom”, pero lo cierto es que hay nombres y filiaciones intelectuales que no pueden evitarse: Froylán Turcios, Juan Ramón Molina, Arturo Martínez Galindo, Jorge Federico Travieso, Ramón Amaya Amador, Medardo Mejía, Clementina Suárez, Oscar Acosta, Pompeyo del Valle, Edilberto Cardona Bulnes, Antonio José Rivas, Nelson Merren, Roberto Sosa, Eduardo Bähr, Roberto Castillo, José Luis Quesada, Rigoberto Paredes…
8. ¿Quienes son los escritores extranjeros que más han influido en la formación de los escritores de Honduras?
R. Creo que de acuerdo a su época cada escritor elabora su repertorio de influencias. Pero quisiera destacar algunos momentos de contemporaneidad: como la generación de Turcios con los simbolistas y el decadentismo, el realismo socialista en Amaya Amador o los autores del boom en narradores como Escoto, Bähr y Castillo.
9. ¿De qué forma ha influido en la formación de los escritores hondureños la ausencia de una Facultad de Humanidades?
R. Creo que no ha tenido ninguna influencia porque las facultades de Letras –equivalentes a una Facultad de Humanidades- que funcionan desde hace varias décadas en la UNAH y en la UPN no están orientadas a formar escritores.
10. El alcoholismo y el suicidio han sido dos signos casi inseparables de los escritores hondureños. Escriba su opinión al respecto.
R. Suicidio y alcohol no sólo se identifican con los escritores hondureños, y son temas que a Vila-Matas, uno de mis autores contemporáneos preferidos, le han servido para escribir unas novelas memorables. Quizás habría que seguir su ejemplo…
11. ¿Cuál es la ideología política dominante en los escritores de los años 35, 50, 65, 87–2007?
R. Con el debido respeto, siempre me he orientado a leer las obras de los autores evitando cualquier relación con sus filiaciones políticas, postura que me ha ayudado a disfrutar con la lectura de Pound, Céline, Pasternak, Cabrera Infante, Paz y otros pobres condenados por tan despreciable causa…
12. ¿En qué trabaja usted?
R. Desde hace 19 años soy profesor de literatura en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula (nombre rimbombante con el que ahora se conoce al CURN), y a partir de marzo de 2006 soy director de la oficina regional de la Secretaría de Cultura, Artes y Deportes en San Pedro Sula.
13. ¿Cuántos escritores hondureños viven de su trabajo literario en este país?
R. Creo que aparte de Roberto Sosa, ninguno.
14. Varios escritores nacionales han desempeñado y desempeñan cargos diplomáticos ¿De qué modo cree que esto ha favorecido o limitado la conciencia ética y crítica de ellos?
R. Conozco los casos (que no son muchos) así como la obra de esos escritores, y no encuentro ninguna incidencia en lo que aquí se denomina como su “conciencia ética y crítica”.
15. El papel del Estado hondureño frente a los escritores se ha presentado en dos niveles unido a diversos matices:
a) Protección
b) Hostilidad
Escriba su opinión al respecto.
R. Quizás la historia no sea uno de mis puntos fuertes, pero por más que reviso no encuentro casos evidentes de protección u hostilidad. Porque en los años 80 la estupidez y la violencia represiva del aparato estatal respondían a aspectos ideológicos más que a inclinaciones literarias. Lo que sí encuentro en todas las épocas es una marcada indiferencia hacia todo lo que huela a arte y cultura.
16. ¿Existen novelistas en Honduras? ¿Quiénes son?
R. La novela es quizás nuestra asignatura pendiente, pero en estos últimos tiempos hay una tendencia al cultivo de este género, probablemente el que presenta mayores retos a un escritor. He leído con atención los trabajos de Julio Escoto, Roberto Castillo, Galel Cárdenas, Roberto Quesada, César Indiano y Ernesto Bondy…
17. Cuál es el período más importante en la historia literaria de Honduras? ¿Por qué?
R. Toda nuestra historia literaria es importante, en mayor o menor medida todos somos producto y nos debemos a esa tradición, que estamos obligados a asumir aunque luego reneguemos de ella.
18. ¿Son pagadas sus colaboraciones en periódicos y revistas del país?
R. No, el primer pago por un artículo lo recibí del Fondo de Cultura Económica de México.
19. ¿Existen derechos de autor en Honduras? ¿Qué piensa de la piratería de obras literarias distribuidas en un conocido centro universitario? Háblenos de casos que usted tenga conocimiento.
R. Veo que en los libros que he publicado está consignado el ISBN y creo que esto debería garantizar nuestros derechos de autor. En cuanto a la piratería de obras la he visto en distintos niveles y ámbitos, pero no he ahondado en el tema.
20. ¿Qué concepto le merecen las Editoriales Guaymuras, Ministerio de Cultura Artes y Deportes, UNAH y UPN?
R. De Guaymuras no tengo referencias de que haya publicado literatura en estos últimos años, algún amigo capitalino me dijo que su comité editorial no lo hacía “porque no era rentable”, imagino que por eso sólo reeditan a Teofilito. La de la Secretaría de Cultura está orientada en este nuevo periodo a editar los textos básicos de nuestra literatura, la de la UNAH es simplemente lamentable y la de la UPN demuestra buen gusto en su revista, pero no veo una propuesta sólida para estructurar su propia colección.
21. ¿Cuál es su opinión sobre las revistas hondureñas de literatura en diferentes épocas?
R. Las veo con genuina admiración y –pecadillos aparte- creo que han jugado un papel fundamental en el conocimiento y difusión de nuestras letras. Esfinge, Ariel, Presente, Sobrevuelo, Galatea, Astrolabio, Tragaluz, Imaginación, Estiquirín, Umbrales, han sido proyectos hermosos que recuerdo con enorme cariño.
22. La insularidad cultural de este país ¿lo mantiene en desventaja con el resto de Centro América?
R. Creo que en esta época del internet hay que poseer una atávica vocación de ermitaño o ser un lego absoluto en materia informática para persistir en una supuesta insularidad.
23. ¿Qué piensa del éxodo de escritores hondureños por motivos políticos, culturales y económicos?
R. No conozco tantos casos de escritores que han abandonado el país como para hablar de un éxodo. Y los que se han marchado lo hicieron por motivos económicos antes que culturales o políticos: “la existencia precede a la esencia”.
24. ¿Cuál es su opinión sobre el decomiso de libros llevado a cabo en el reciente pasado por autoridades policiales en las diferentes aduanas hondureñas?
R. Es una señal inequívoca de estupidez.
25. ¿De qué modo enfoca la correspondencia entre la conducta del escritor y su obra artística?
R. Desde hace mucho tiempo trato de deslindar la conducta del escritor de su obra, creo que la respuesta a la pregunta número 11 ilustra esta posición.
26. De esos estímulos literarios denominados premios ¿cuál es su concepto? ¿En Honduras se conceden tales estímulos con equidad y sentido de seriedad?
R. Los premios, en su sentido económico, son importantes para la supervivencia del escritor: para comprar comida, pagarse viajes y comprarse libros y una computadora, si ajusta para tanto. Pero ni en Honduras ni en ningún país del mundo se otorgan con equidad. Hay que ser un iluso para creer que eso ocurre.
27. Lo social–artístico ¿tiene para usted una particular significación?
R. El escritor es parte de una sociedad y eso influye en ciertos aspectos, pero no determina la calidad ni el sentido de su obra.
28. ¿Tiene vigencia en nuestro país esa concepción llamada “el arte por el arte”? ¿El arte elitista cae acaso dentro de esa delimitación?
R. No. Todo arte que se precie de serlo es elitista en la medida que su mensaje requiere de un intérprete con cierta competencia, y esta competencia implica educación, que no es precisamente un bien común.
29. ¿El arte literario tiene sexo?
R. No, sólo para las feministas que no han leído bien a Virginia Woolf.
30. ¿Ha existido conciencia generacional o de grupo entre los escritores hondureños?
R. Sí, nuestra historia registra algunos casos (Grupo Renovación, la Generación de la Dictadura, La voz convocada, etc.), pero luego cada escritor define su personalidad y marca las diferencias respecto de ese grupo.
31. ¿Cómo caracteriza usted la formación intelectual del escritor hondureño?
R. No se puede emitir un juicio que haga tabla rasa e intente estandarizar una condición que no está sujeta a parámetros tan estables. Lo cierto es que nuestras letras pueden presumir de talentos excepcionales, a quienes siempre habría que distinguir por encima de los diletantismos tan usuales en el medio.
32. ¿A qué se debe la obra reducida y fragmentaria de los escritores hondureños en su gran mayoría? Sabido es que muchos creadores (poetas y narradores) no tienen si no tan sólo un libro publicado y a veces ninguno.
R. En primer lugar a las particulares condiciones de la sociedad en cuyo seno les tocó en suerte nacer, por eso creo que el estribillo de “qué dicha tan grande nacer en Honduras, como lo desearan todas las criaturas” no aplica para sus escritores; pero en algunos casos habría que achacarlo a la falta de disciplina y a la manera en que se han decantado por la oralidad.
33. ¿Podría usted analizar someramente las principales características del público lector hondureño?
R. Parafraseando a Borges podría decir que no conozco a ese señor público lector, pero sí he conocido a unos cuantos lectores extraordinarios, quienes, lamentablemente, son una ínfima porción de esa masa de hondureños alfabetizados. Aquí también creo que es necesario remitir al posible lector de estas líneas a mi respuesta de la pregunta número 3.
34. ¿En qué grado de estimación tiene el público hondureño a sus poetas y escritores?
R. A quienes han leído imagino que les guardan algo de estima, y a algunos, como al poeta Sosa, los reconocen en el café o en el autobús, pero para la gran mayoría los escritores hondureños son unos ilustres desconocidos, y usted no le puede tener estima a un desconocido.
35. La Real Academia de la Lengua limpia, fija y da esplendor a la conservación y uso de la lengua Castellana en Ibero América. ¿De qué modo los escritores hondureños ubicados en el seno de la Academia Hondureña de la Lengua cumplen con el lema señalado, y en qué consiste la contribución real de sus integrantes al crecimiento intelectual de los creadores nacionales?
R. He leído la mayoría de los números de la revista de la Academia Hondureña de la Lengua y pienso que sus contenidos ayudan en la medida de lo posible al “crecimiento intelectual de los creadores nacionales”. Y como imagino que en las actividades de la academia participan todos sus miembros de número, quienes han sido escogidos para tal fin, pues están cumpliendo con su cometido.
36. Háblenos del periodismo y la literatura relacionados con la labor creativa y formas de vida del escritor.
R. El periodismo ha sido refugio tradicional para los escritores, quienes le han visto como fuente de ingresos económicos y medio para consolidar su labor creativa. Aunque esta relación se ve desdibujada cuando se quiere aprovechar al medio como instrumento de promoción casi irracional de las supuestas virtudes de tal o cual escritor, pero todo depende de la equidad y sentido común de la jefatura de redacción, que finalmente será responsable por avalar estos excesos.
37. Los suplementos literarios de los periódicos diarios tienden a desaparecer por cuanto la orientación de los propietarios es estrictamente comercial y no le conceden importancia alguna al trabajo artístico. Háganos una breve exposición de este fenómeno cultural.
R. La realidad es que después de contar con secciones culturales tan importantes como El ciempiés cojo, Cronopios, Solar, Magazine Literario, La Prensa Literaria, Arlequín, Heraldos, ahora sólo queda Orbis, acertadamente dirigido por Felipe Rivera. Esto nos da la idea de la orfandad de ideas que campea en los medios de comunicación de nuestro país, cuyos dueños y editores han sido víctimas de una alienación tal que les ha llevado a promocionar como muestra de cultura urbana (¿?) esa aberración seudo-musical para idiotas llamada “reggaetón”, a la cual dedican diariamente páginas enteras, lo peor es que luego les entra la canillera cuando la violencia toca a sus puertas y se curan en salud promocionando una supuesta educación en valores. ¡Vaya contradicción!
38. ¿El arte es susceptible de corrupción?
R. En la medida que los creadores son seres humanos esa posibilidad no puede descartarse.
R. Este año (2007) acaban de salir de imprenta dos textos de mi autoría: Las virtudes de Onán, una pequeña colección de relatos, y La danta que hizo dugú, donde se recogen los textos provenientes de la tradición oral garífuna que recopilé luego de varios años, desde 1991 para ser exactos, de investigación de campo en la costa atlántica de Honduras, acompañados de un breve estudio introductorio. Antes, en el 2002, aparece El relato fantástico en Honduras, una antología de textos precedida por un ensayo que intenta dar cuenta del particular desarrollo de este género en la narrativa nacional. Luego de una reimpresión en Honduras, la editorial Letra Negra de Guatemala publicó la segunda edición, revisada y ampliada, en el año 2004. Esta misma editorial me encargó elaborar una antología de cuentistas hondureños del siglo pasado (de los autores nacidos hasta 1960) que apareció en el 2005 bajo el título Honduras, Narradores Siglo XX. También he publicado artículos en suplementos culturales y revistas literarias que algún día espero recoger en un volumen para el cual he escogido el título de La obsesión del miope.
2. ¿Cuáles son los principales problemas para la publicación de libros en Honduras?
R. En esta época posmoderna, y limitándome a los términos “publicación” y “literatura”, creo que ninguno. Aunque algunas editoriales como Guaymuras y Guardabarranco se han decantado por los estudios de corte socio-histórico y de género (hecho que al principio preocupó a algunos literatos), actualmente veo que los jóvenes entusiastas de la poesía han logrado establecer mini-editoriales donde editan opúsculos a discreción favorecidos por generosas ayudas provenientes de filántropos del primer mundo y por originales iniciativas de mercadeo. De hecho, creo que nunca como en esta época ha habido tal proliferación editorial en nuestro país; ahora hablar de calidad ya es otro asunto más peliagudo…
3. ¿Existe un mercado de la obra literaria en este país y cuáles son los canales para su distribución?
R. Si partimos del hecho de la casi inexistencia de un público que posea un adecuado nivel de competencia lectora, podríamos inferir que tampoco hay un mercado posible. En cuanto a los “canales de distribución”, la mayor parte de las librerías rechazan los libros de autores nacionales y las que distribuyen literatura de calidad cada vez son más escasas, en la mayoría encontramos los estantes atiborrados de sandeces firmadas por Coelho o Allende, junto a libros de autoayuda, que tiene un mercado potencial casi ilimitado, integrado –como dice Hernán Migoya- por “estúpidas treintañeras de esas que aun están esperando a que aparezca su Príncipe Azul…y que confunden a la literatura con el teléfono de la esperanza”. Así que de no lograr un acuerdo de distribución y venta con un colegio o universidad, el autor nacional deberá echarse su morral al hombro y vender sus libros de puerta en puerta.
4. ¿Existe la crítica literaria en Honduras?
R. Más de algún despistado ha afirmado que no existe, pero esta aseveración temeraria apunta a desconocer la presencia de personas que, en mayor o menor medida, han cumplido con el necesario papel de mediador informado que corresponde a la figura que usualmente llamamos “crítico literario”. En resumen la respuesta es “sí”.
5. ¿Quiénes son esos críticos?
R. Actualmente he leído interesantes estudios culturales –con incuestionable enfoque literario- de autores como Héctor Miguel Leyva y Jorge Amaya. José Antonio Funes ha escrito Froylán Turcios y el Modernismo en Honduras, posiblemente el estudio más completo sobre un autor nacional, mientras que Leonel Alvarado ha profundizado con propiedad en la vida y obra de Edilberto Cardona Bulnes. Julio Escoto desde hace algún tiempo trabaja en los temas ligados a la narrativa nacional y su inserción en el marco de una cultura del Caribe. Helen Umaña nos ha legado textos canónicos de nuestra historia literaria, en la medida que son el incuestionable punto de partida para investigaciones más focalizadas. Sara Rolla, en su revelador libro sobre la poesía de Roberto Sosa, hace gala de una aguda percepción crítica. Salvador Madrid también ha expuesto ideas muy originales sobre la poesía de la generación a la cual pertenece. Y qué decir de Hernán Antonio Bermúdez, cuya obra crítica, breve pero puntual, nos ha enseñado las virtudes de la imparcialidad…
6. ¿Se conoce la obra literaria hondureña en el extranjero?
R. Sí, pese a los históricos problemas de distribución que ha sufrido, la obra literaria hondureña se conoce en el extranjero: en algunos casos merced a su calidad incuestionable, que incluso ha merecido reconocimientos para sus autores, y en otros ha sido gracias a la intensa y sistemática labor de auto-propaganda y cortejo de los medios de comunicación.
7. De los escritores y poetas hondureños de diferentes épocas ¿quiénes son a su juicio los más relevantes?
R. No quisiera elaborar listas, porque siempre se echa a alguien en falta y podemos ser víctimas del “síndrome Bloom”, pero lo cierto es que hay nombres y filiaciones intelectuales que no pueden evitarse: Froylán Turcios, Juan Ramón Molina, Arturo Martínez Galindo, Jorge Federico Travieso, Ramón Amaya Amador, Medardo Mejía, Clementina Suárez, Oscar Acosta, Pompeyo del Valle, Edilberto Cardona Bulnes, Antonio José Rivas, Nelson Merren, Roberto Sosa, Eduardo Bähr, Roberto Castillo, José Luis Quesada, Rigoberto Paredes…
8. ¿Quienes son los escritores extranjeros que más han influido en la formación de los escritores de Honduras?
R. Creo que de acuerdo a su época cada escritor elabora su repertorio de influencias. Pero quisiera destacar algunos momentos de contemporaneidad: como la generación de Turcios con los simbolistas y el decadentismo, el realismo socialista en Amaya Amador o los autores del boom en narradores como Escoto, Bähr y Castillo.
9. ¿De qué forma ha influido en la formación de los escritores hondureños la ausencia de una Facultad de Humanidades?
R. Creo que no ha tenido ninguna influencia porque las facultades de Letras –equivalentes a una Facultad de Humanidades- que funcionan desde hace varias décadas en la UNAH y en la UPN no están orientadas a formar escritores.
10. El alcoholismo y el suicidio han sido dos signos casi inseparables de los escritores hondureños. Escriba su opinión al respecto.
R. Suicidio y alcohol no sólo se identifican con los escritores hondureños, y son temas que a Vila-Matas, uno de mis autores contemporáneos preferidos, le han servido para escribir unas novelas memorables. Quizás habría que seguir su ejemplo…
11. ¿Cuál es la ideología política dominante en los escritores de los años 35, 50, 65, 87–2007?
R. Con el debido respeto, siempre me he orientado a leer las obras de los autores evitando cualquier relación con sus filiaciones políticas, postura que me ha ayudado a disfrutar con la lectura de Pound, Céline, Pasternak, Cabrera Infante, Paz y otros pobres condenados por tan despreciable causa…
12. ¿En qué trabaja usted?
R. Desde hace 19 años soy profesor de literatura en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula (nombre rimbombante con el que ahora se conoce al CURN), y a partir de marzo de 2006 soy director de la oficina regional de la Secretaría de Cultura, Artes y Deportes en San Pedro Sula.
13. ¿Cuántos escritores hondureños viven de su trabajo literario en este país?
R. Creo que aparte de Roberto Sosa, ninguno.
14. Varios escritores nacionales han desempeñado y desempeñan cargos diplomáticos ¿De qué modo cree que esto ha favorecido o limitado la conciencia ética y crítica de ellos?
R. Conozco los casos (que no son muchos) así como la obra de esos escritores, y no encuentro ninguna incidencia en lo que aquí se denomina como su “conciencia ética y crítica”.
15. El papel del Estado hondureño frente a los escritores se ha presentado en dos niveles unido a diversos matices:
a) Protección
b) Hostilidad
Escriba su opinión al respecto.
R. Quizás la historia no sea uno de mis puntos fuertes, pero por más que reviso no encuentro casos evidentes de protección u hostilidad. Porque en los años 80 la estupidez y la violencia represiva del aparato estatal respondían a aspectos ideológicos más que a inclinaciones literarias. Lo que sí encuentro en todas las épocas es una marcada indiferencia hacia todo lo que huela a arte y cultura.
16. ¿Existen novelistas en Honduras? ¿Quiénes son?
R. La novela es quizás nuestra asignatura pendiente, pero en estos últimos tiempos hay una tendencia al cultivo de este género, probablemente el que presenta mayores retos a un escritor. He leído con atención los trabajos de Julio Escoto, Roberto Castillo, Galel Cárdenas, Roberto Quesada, César Indiano y Ernesto Bondy…
17. Cuál es el período más importante en la historia literaria de Honduras? ¿Por qué?
R. Toda nuestra historia literaria es importante, en mayor o menor medida todos somos producto y nos debemos a esa tradición, que estamos obligados a asumir aunque luego reneguemos de ella.
18. ¿Son pagadas sus colaboraciones en periódicos y revistas del país?
R. No, el primer pago por un artículo lo recibí del Fondo de Cultura Económica de México.
19. ¿Existen derechos de autor en Honduras? ¿Qué piensa de la piratería de obras literarias distribuidas en un conocido centro universitario? Háblenos de casos que usted tenga conocimiento.
R. Veo que en los libros que he publicado está consignado el ISBN y creo que esto debería garantizar nuestros derechos de autor. En cuanto a la piratería de obras la he visto en distintos niveles y ámbitos, pero no he ahondado en el tema.
20. ¿Qué concepto le merecen las Editoriales Guaymuras, Ministerio de Cultura Artes y Deportes, UNAH y UPN?
R. De Guaymuras no tengo referencias de que haya publicado literatura en estos últimos años, algún amigo capitalino me dijo que su comité editorial no lo hacía “porque no era rentable”, imagino que por eso sólo reeditan a Teofilito. La de la Secretaría de Cultura está orientada en este nuevo periodo a editar los textos básicos de nuestra literatura, la de la UNAH es simplemente lamentable y la de la UPN demuestra buen gusto en su revista, pero no veo una propuesta sólida para estructurar su propia colección.
21. ¿Cuál es su opinión sobre las revistas hondureñas de literatura en diferentes épocas?
R. Las veo con genuina admiración y –pecadillos aparte- creo que han jugado un papel fundamental en el conocimiento y difusión de nuestras letras. Esfinge, Ariel, Presente, Sobrevuelo, Galatea, Astrolabio, Tragaluz, Imaginación, Estiquirín, Umbrales, han sido proyectos hermosos que recuerdo con enorme cariño.
22. La insularidad cultural de este país ¿lo mantiene en desventaja con el resto de Centro América?
R. Creo que en esta época del internet hay que poseer una atávica vocación de ermitaño o ser un lego absoluto en materia informática para persistir en una supuesta insularidad.
23. ¿Qué piensa del éxodo de escritores hondureños por motivos políticos, culturales y económicos?
R. No conozco tantos casos de escritores que han abandonado el país como para hablar de un éxodo. Y los que se han marchado lo hicieron por motivos económicos antes que culturales o políticos: “la existencia precede a la esencia”.
24. ¿Cuál es su opinión sobre el decomiso de libros llevado a cabo en el reciente pasado por autoridades policiales en las diferentes aduanas hondureñas?
R. Es una señal inequívoca de estupidez.
25. ¿De qué modo enfoca la correspondencia entre la conducta del escritor y su obra artística?
R. Desde hace mucho tiempo trato de deslindar la conducta del escritor de su obra, creo que la respuesta a la pregunta número 11 ilustra esta posición.
26. De esos estímulos literarios denominados premios ¿cuál es su concepto? ¿En Honduras se conceden tales estímulos con equidad y sentido de seriedad?
R. Los premios, en su sentido económico, son importantes para la supervivencia del escritor: para comprar comida, pagarse viajes y comprarse libros y una computadora, si ajusta para tanto. Pero ni en Honduras ni en ningún país del mundo se otorgan con equidad. Hay que ser un iluso para creer que eso ocurre.
27. Lo social–artístico ¿tiene para usted una particular significación?
R. El escritor es parte de una sociedad y eso influye en ciertos aspectos, pero no determina la calidad ni el sentido de su obra.
28. ¿Tiene vigencia en nuestro país esa concepción llamada “el arte por el arte”? ¿El arte elitista cae acaso dentro de esa delimitación?
R. No. Todo arte que se precie de serlo es elitista en la medida que su mensaje requiere de un intérprete con cierta competencia, y esta competencia implica educación, que no es precisamente un bien común.
29. ¿El arte literario tiene sexo?
R. No, sólo para las feministas que no han leído bien a Virginia Woolf.
30. ¿Ha existido conciencia generacional o de grupo entre los escritores hondureños?
R. Sí, nuestra historia registra algunos casos (Grupo Renovación, la Generación de la Dictadura, La voz convocada, etc.), pero luego cada escritor define su personalidad y marca las diferencias respecto de ese grupo.
31. ¿Cómo caracteriza usted la formación intelectual del escritor hondureño?
R. No se puede emitir un juicio que haga tabla rasa e intente estandarizar una condición que no está sujeta a parámetros tan estables. Lo cierto es que nuestras letras pueden presumir de talentos excepcionales, a quienes siempre habría que distinguir por encima de los diletantismos tan usuales en el medio.
32. ¿A qué se debe la obra reducida y fragmentaria de los escritores hondureños en su gran mayoría? Sabido es que muchos creadores (poetas y narradores) no tienen si no tan sólo un libro publicado y a veces ninguno.
R. En primer lugar a las particulares condiciones de la sociedad en cuyo seno les tocó en suerte nacer, por eso creo que el estribillo de “qué dicha tan grande nacer en Honduras, como lo desearan todas las criaturas” no aplica para sus escritores; pero en algunos casos habría que achacarlo a la falta de disciplina y a la manera en que se han decantado por la oralidad.
33. ¿Podría usted analizar someramente las principales características del público lector hondureño?
R. Parafraseando a Borges podría decir que no conozco a ese señor público lector, pero sí he conocido a unos cuantos lectores extraordinarios, quienes, lamentablemente, son una ínfima porción de esa masa de hondureños alfabetizados. Aquí también creo que es necesario remitir al posible lector de estas líneas a mi respuesta de la pregunta número 3.
34. ¿En qué grado de estimación tiene el público hondureño a sus poetas y escritores?
R. A quienes han leído imagino que les guardan algo de estima, y a algunos, como al poeta Sosa, los reconocen en el café o en el autobús, pero para la gran mayoría los escritores hondureños son unos ilustres desconocidos, y usted no le puede tener estima a un desconocido.
35. La Real Academia de la Lengua limpia, fija y da esplendor a la conservación y uso de la lengua Castellana en Ibero América. ¿De qué modo los escritores hondureños ubicados en el seno de la Academia Hondureña de la Lengua cumplen con el lema señalado, y en qué consiste la contribución real de sus integrantes al crecimiento intelectual de los creadores nacionales?
R. He leído la mayoría de los números de la revista de la Academia Hondureña de la Lengua y pienso que sus contenidos ayudan en la medida de lo posible al “crecimiento intelectual de los creadores nacionales”. Y como imagino que en las actividades de la academia participan todos sus miembros de número, quienes han sido escogidos para tal fin, pues están cumpliendo con su cometido.
36. Háblenos del periodismo y la literatura relacionados con la labor creativa y formas de vida del escritor.
R. El periodismo ha sido refugio tradicional para los escritores, quienes le han visto como fuente de ingresos económicos y medio para consolidar su labor creativa. Aunque esta relación se ve desdibujada cuando se quiere aprovechar al medio como instrumento de promoción casi irracional de las supuestas virtudes de tal o cual escritor, pero todo depende de la equidad y sentido común de la jefatura de redacción, que finalmente será responsable por avalar estos excesos.
37. Los suplementos literarios de los periódicos diarios tienden a desaparecer por cuanto la orientación de los propietarios es estrictamente comercial y no le conceden importancia alguna al trabajo artístico. Háganos una breve exposición de este fenómeno cultural.
R. La realidad es que después de contar con secciones culturales tan importantes como El ciempiés cojo, Cronopios, Solar, Magazine Literario, La Prensa Literaria, Arlequín, Heraldos, ahora sólo queda Orbis, acertadamente dirigido por Felipe Rivera. Esto nos da la idea de la orfandad de ideas que campea en los medios de comunicación de nuestro país, cuyos dueños y editores han sido víctimas de una alienación tal que les ha llevado a promocionar como muestra de cultura urbana (¿?) esa aberración seudo-musical para idiotas llamada “reggaetón”, a la cual dedican diariamente páginas enteras, lo peor es que luego les entra la canillera cuando la violencia toca a sus puertas y se curan en salud promocionando una supuesta educación en valores. ¡Vaya contradicción!
38. ¿El arte es susceptible de corrupción?
R. En la medida que los creadores son seres humanos esa posibilidad no puede descartarse.