jueves, enero 27, 2011

¿Son siempre odiosas las comparaciones?


Mientras reviso El País, en su edición online del 28 de enero de 2011, me encuentro con la carta de un lector llamado Joaquín Guadaño, publicada bajo el título “Islandia, una democracia real”. La leo y releo y pienso en el tema de las comparaciones: la H y Túnez, o la H e Islandia, como usted quiera. Pero mejor reproduzco la carta y así acaban los misterios; y por aquello de las dudas también pueden verla en el sitio original haciendo clic aquí.

Islandia, una democracia real
Islandia es, probablemente, el único país del mundo, junto con Túnez, que ha visto caer su Gobierno a causa de la crisis, y en ambos casos por la reacción del pueblo en la calle.
Los islandeses, además de conseguir la dimisión del Gobierno en pleno, también a base de caceroladas, han logrado un referéndum en el que han mostrado un rotundo "no" a las condiciones que el Gobierno pactó con sus acreedores para la devolución de su deuda (solo el 1,8 de los votantes se mostró favorable a las condiciones pactadas). Y para culminar este renacimiento de una democracia real, el país está inmerso en un proceso constituyente en el que participan directamente los ciudadanos.
Y todo gracias a la pacífica presión popular. Si finaliza el proceso, será la primera Constitución en la historia que no es redactada por una élite relacionada con el poder dominante. Quizá sea un iluso, pero a lo mejor algo está cambiando. ¿Será necesario llegar a la bancarrota o estar sumidos en una dictadura opresiva para que se imponga el sentir común de la ciudadanía? ¿Pasará la crisis sin pena ni gloria, o nos servirá para dar un paso adelante deseado por todos?

domingo, enero 23, 2011

Los “hombres huecos”

“Sólo que ya estoy más que harto de la gente sin imaginación. De este tipo de gente que T. S. Eliot llama “hombres huecos”. Personas que suplen su falta de imaginación, esa parte vacía, con filfa insensible y que van por el mundo sin percatarse de ello. Personas que intentan imponer a la fuerza a los demás esa insensibilidad, soltando, una tras otra, palabras huecas…Sujetos estrechos de miras, intolerantes y sin imaginación. Tesis desconectadas de la realidad, terminología vacía, ideales usurpados, sistemas inflexibles. Son estas cosas las que a mi, realmente, me dan miedo. Son estas cosas las que yo temo y odio con todo mi corazón. Es importante saber qué es correcto y qué no lo es, por supuesto. Sin embargo, los errores de juicio personales pueden corregirse en la mayoría de los casos. Si uno tiene la valentía de reconocer su error, las cosas, generalmente, se pueden arreglar. Pero la estrechez de miras y la intolerancia de la gente sin imaginación son igual que parásitos. Provocan cambios en el cuerpo que les acoge y, mudando de forma, se reproducen hasta el infinito.”

Haruki Murakami, Kafka en la orilla. pp. 281-283.

martes, enero 18, 2011

1Q84, el mundo según Murakami

Ya me había decidido a redactar algo, a reiterar las virtudes de una de las propuestas narrativas más originales de nuestro tiempo, pero mejor les dejo con el resumen que preparó Tusquets para presentar 1Q84, la última novela de Haruki Murakami:

“En japonés, la letra q y el número 9 son homófonos, los dos se pronuncian kyu, de manera que 1Q84 es, sin serlo, 1984, una fecha de ecos orwellianos. Esa variación en la grafía refleja la sutil alteración del mundo en que habitan los personajes de esta novela, que es, también sin serlo, el Japón de 1984. En ese mundo en apariencia normal y reconocible se mueven Aomame, una mujer independiente, instructora en un gimnasio, y Tengo, un profesor de matemáticas. Ambos rondan los treinta años, ambos llevan vidas solitarias y ambos perciben a su modo leves desajustes en su entorno, que los conducirán de manera inexorable a un destino común. Y ambos son más de lo que parecen: la bella Aomame es una asesina; el anodino Tengo, un aspirante a novelista al que su editor ha encargado un trabajo relacionado con La crisálida del aire, una enigmática obra dictada por una esquiva adolescente. Y, como telón de fondo de la historia, el universo de las sectas religiosas, el maltrato y la corrupción, un universo enrarecido que el narrador escarba con precisión orwelliana.”

Y si se deciden a leer un adelanto, mientras consiguen el libro -que saldrá a la venta en febrero, y en Honduras lo esperamos para marzo, LISER mediante- sólo hagan click aquí.

lunes, enero 03, 2011

De antologías y decepciones


Apenas recibo el aviso de que está disponible el último número de Letras libres correspondiente al mes de diciembre 2010 y, luego de revisar el índice y comprobar con alivio que la presencia de los textos en honor a Vargas Llosa ha disminuido notablemente, me enfrasco en su lectura: un nuevo cuento de Villoro, el infaltable artículo de Zaid, un poema de Ashbery, y un par de trabajos sobre el “presente, pasado y futuro del español”, de los que disfruto especialmente el que suscribe el maestro Alatorre. En la edición mexicana el plato fuerte lo constituye La mirada extranjera, un mosaico de relecturas sobre siete autores extranjeros que vivieron en carne propia la Revolución mexicana y dejaron su testimonio en sendos libros. Un verdadero deleite.
Hasta ahora no hay sorpresas, pero más adelante me llama la atención, en la sección “Libros”, la reseña dedicada a Cuerpo plural, antología de la poesía hispanoamericana contemporánea, donde se consignan poemas de nada menos que 58 autores reunidos por Gustavo Guerrero (Caracas, 1957). La reseña la firma Daniel Saldaña, quien arranca su escrito con esta definición: “Un cuerpo plural, sí: de temas, de recursos formales, de registros, de procedencias. Pero, con todo, Gustavo Guerrero rastrea un argumento en la diversidad: “es éste, en su conjunto, el primer grupo de poetas hispanoamericanos que se forma y se da a conocer en el período inestable de rupturas y transiciones que sigue a la caída del paradigma moderno”. La principal característica del nuevo modelo: no existe ya un concepto unitario de poesía. En el prólogo se habla, una y otra vez, de una “atomización y diversificación” de ese concepto. Aunque a pesar de esta atomización se pueden encontrar algunas confluencias. Por ejemplo, la “crítica de la sacralización moderna de la poesía”, intención que predomina en buena parte del volumen.”
Pero es hasta unos párrafos más adelante, cuando la reseña cobra interés para los lectores nacionales: “Tiene Cuerpo plural algunos nombres que son casi obligados para entender la poesía en español de los últimos años (Antonio José Ponte, Fabián Casas, Damaris Calderón, Germán Carrasco, Luis Felipe Fabre) y otros que por la escasa difusión de su obra era casi imposible haber leído antes; entre estos últimos, hay lo mismo decepciones (el hondureño Fabricio Estrada) que hallazgos importantes (el dominicano Frank Báez). No sorprende encontrar más poetas (y con más textos cada uno) de Chile, Perú y Argentina, países cuya lírica se adelantó, en cierto modo, al cambio de paradigma.”
Y aquí creo que es necesaria la reflexión, en primer lugar porque este juicio sobre el paisano Fabricio Estrada es, sin duda, el más descarnado y transparentemente negativo que aparece en la reseña. Y es aún más llamativo porque Saldaña deja entrever que se trata de una oportunidad fallida, porque al nivel decepcionante que le adjudica al trabajo de Estrada se suma el hecho que se encuentra asociado al escaso reconocimiento y difusión que ha tenido la poesía hondureña de los últimos años, situación que se resuelve con mayor claridad en la frase: “otros que por la escasa difusión de su obra era casi imposible haber leído antes”...En suma, aparecer en dicha antología era una excelente oportunidad para situar a la poesía hondureña de los últimos veinte años en el contexto hispanoamericano, precisamente porque los libros que publican con notable constancia nuestros poetas difícilmente serán leídos por alguien más allá de los límites patrios.
Está claro que en esta ocasión la poesía nacional no tuvo la suerte de otros años, cuando autores como Roberto Sosa, Oscar Acosta, José Luis Quesada, Livio Ramírez, Rigoberto Paredes, José Antonio Fúnes, por mencionar algunos nombres, aparecieron en antología compiladas en otros ámbitos y sus poemas fueron reseñados con entusiasmo, obteniendo un reconocimiento a nivel hispanoamericano que, en algunos casos, trascendió a España, Francia, Italia o Alemania. A excepción de Fúnes, estos poetas pertenecen a un canon anterior al de Fabricio Estrada, cuya vida y obra se enmarcan en un "movimiento" que, en su notable empeño por encontrar lectores hasta debajo de la mesa, se ha caracterizado por una incontinencia editorial que era concelebrada con singular benevolencia y camaradería desde el proyecto denominado Paíspoesible, cuyo círculo fundador e iniciático pronto cosechó adeptos entre los escribidores de provincia afanados por encontrar un nicho en ese boom editorial pletórico de il miglior fabbro y peces dulces a la hora siguiente. Si bien es cierto que algunas voces sensatas advirtieron sobre el tema de la calidad en la obra de estos autores self edited, finalmente se impuso el alegato que reivindicaba su derecho inalienable a publicar cuanto verso pasara por sus cabezas de laurel coronadas, así como su rechazo ante cualquier aproximación crítica que cuestione en lo más mínimo lo que consideran su “derecho a crear”, incluso Estrada ha llegado a afirmar en su blog: “Así deben ser las cosas ¡crear! ¡crear! los para qué escribimos dejémoslo a los peritos mercantiles de la crítica!!!”
Aunque más adelante Fabricio Estrada se alejó de tan demagógico proyecto, que privilegiaba el volumen editorial y la gestión cultural por encima de la calidad literaria; su obra, finalmente, no puede distanciarse de sus premisas fundacionales, de su elemental arte poética. Y esto se hace patente al momento de la evaluación objetiva que supuso esta lectura de Saldaña, desprejuiciada de los intereses del terruño, de las visiones telúricas y socialmente simplonas que impone un provincianismo que no ha encontrado su enmienda en la aldea cibernética, por el contrario, ha enrarecido los afanes de “capitalina” centralización y su dialéctica del conciliábulo, en la medida que se aprovechan contactos virtuales para persistir en mostrarse como factótum de la actual poesía nacional, cuando sus valedores no hacen más que sacarse las pulgas de sus anacrónicos chalecos de costumbristas posmodernos.
En resumen, con esta decepción, como la ha calificado el “perito mercantil” Saldaña en Letras libres, se perdió la oportunidad de mostrar al mundo la obra de una nueva generación de poetas hondureños como Rebeca Becerra, Mayra Oyuela, José Antonio Fúnes, Marco Antonio Madrid. Samuel Trigueros, Jorge Martínez, Giovanni Rodríguez y Gustavo Campos, cuyos trabajos ya han pasado por el tamiz de la apreciación crítica más allá de los círculos vernáculos y bien pudieron quebrar un par de lanzas en favor de nuestra poesía nacional.
Si quiere descargar completa la reseña de Saldaña haga click aquí.