sábado, julio 11, 2009

Mi único delito


Quizás el "Yo acuso" de Rebeca Becerra no necesita introducción, tal y como apareció en mimalapalabra, pero conozco a Rebeca y me siento orgulloso de haber sido su compañero de trabajo, entonces "nobleza obliga" y debo elevar mi voz para denunciar el abuso que se ha cometido en su contra y ofrecer el abrazo solidario a la profesional íntegra y dedicada, a la poeta de voz inclaudicable, a la infatigable trabajadora de la cultura cuyo sueño era que hasta el más humilde de nuestros compatriotas pudiera acceder al universo milagroso de los libros y las bibliotecas. Recuerdo que hace poco me comentaba, con la voz llena de emoción, acerca de la biblioteca que acababan de inaugurar en Gualcinse, así como del entusiasmo de los pobladores; también hablamos del programa "Círculos de Lectores", que la Dirección Regional de Cultura mantiene desde hace tres años en la región noroccidental y que Rebeca apoyó con amplitud y diligencia, al igual que su antecesor en el cargo, el también poeta, y doctor en literatura, José Antonio Funes.

Por todos estos antecedentes, y porque conozco a Rebeca, no me sorprende que en esta hora de ignominia no haya dedicado más espacio en su carta a los traidores, ni se haya molestado en dar sus nombres (pero estamos al tanto de sus artimañas de víbora, disfrazados de un falso amor por la poesía y lo popular); tampoco desconocemos que han intrigado para que salga de la SCAD Isadora Paz, reconocida artista de la danza y dedicada profesional, con estudios de postgrado en gestión cultural, quien ha dirigido con notable éxito la Unidad de Planeación, Evaluación y Gestión, y también sabemos de las listas que han elaborado con la sucia diligencia de "orejas" de la extinta DNI, donde enumeran a los empleados de la SCAD que han cometido delitos similares a los de Rebeca e Isadora. Para ellos no queda más que el asco, porque como bien advierte Rebeca: "el mal no me lo hacen a mí ni a mi familia, si no a la CULTURA Y A NUESTRO PUEBLO."

Mi único delito
Yo Rebeca Becerra, acuso a Mirna Castro, a Juan Fernando Ávila Posas, dizque Secretaria de Estado en el despacho de Cultura, Artes y Deportes y el otro Viceministro de Cultura; y todos aquellos que por medio de la traición han enfrentado al pueblo hondureño, los golpistas que juzgará la historia, y que están haciendo retroceder el estado de democracia que se desarrollaba en mi país. A los traidores y traidoras que dentro de la Secretaría fraguaron mi salida, estos y estas también arrastrarán en su conciencia hasta el día de su muerte la traición, no se les puede llamar de otra manera más que cobardes, cómplices del gobierno de facto.

Los denuncio por haberme, ilegítimamente, depuesto de mi cargo de Directora General del Libro y el Documento de esta Secretaría; por atrasar los procesos culturales emprendidos, por atentar contra la cultura.

Mi trabajo era llevar libros a los municipios más pobres de Honduras organizando bibliotecas (20 bibliotecas organizadas en menos de 2 años) en municipios donde nunca se había presentado un encargado de gobierno, de llevar el Bibliobús (promoción a la lectura) a los niños descalzos que no pueden acceder a un simple libro por la pobreza en la que viven. Mi trabajo se basó en impulsar un proceso de modernización en la Biblioteca, Archivo y Hemeroteca Nacionales, un proceso de digitalización que hoy peligra porque la ignorancia impera en el país. En fortalecer la Agencia Nacional del ISBN y atender hasta donde fuera posible las demandas de las dependencias a mi cargo.

Mi trabajo se basó en poner a trabajar gente que pernoctaba en sus cargos sin producir nada para el país, en despedir corruptos que se robaban los pocos recursos con que cuenta la Secretaría. En gestionar recursos para las dependencias. Se basó en imprimir libros, ¿acaso imprimir libros es un delito?, en apoyar a autores y autoras nacionales por medio de la compra de sus obras literarias para suplir la Red Nacional de Bibliotecas Públicas. En representar a mi país en el exterior dignamente. En hacer visible una dirección que agonizaba por falta de iniciativa, de visión y de compromiso.

Mi trabajo era apoyar a personas que venían del interior del país de colegios y escuelas públicas a solicitar libros para tener que leerles a sus alumnos. Personas sin recursos, que llegaban sin comer y que no podían irse con las manos vacías. Mi sensibilidad iba más allá de mi cargo como funcionaria pública hasta ofrecer parte de mi pago salarial para actividades y personas.

En apoyar a las y los artistas con producción de afiches, trifolios, etc. Nadie se fue de la Dirección General del Libro y el Documento con las manos vacías. Mi trabajo era mi compromiso con la cultura y con mi patria. Lo cumplí con honradez y entrega, sacrificando mi familia, trabajando horas extras, sábados y domingos y más allá del cansancio.

Gracias a los que me acompañaron en esta lucha a favor de la cultura, a los Coordinadores y Directores que creyeron en las directrices; los exhorto a seguir adelante, no dejemos morir este trabajo que nos ha costado tanto sacrificio. Gracias a aquellos y aquellas que dentro de la Dirección General del Libro y el Documento, al Sindicato de la SCAD y otros/otras que no quiero mencionar, porque me da asco, traicionaron este proceso cultural que se llevaba a cabo a favor del patrimonio bibliográfico y documental de la nación, el mal no me lo hacen a mí ni a mi familia si no a la CULTURA Y A NUESTRO PUEBLO.

Licda. Rebeca Becerra
Directora General del Libro y el Documento-SCAD
Secretaria Nacional de Cultura-CECC/SICA

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