La reconocida antropóloga franco-estadunidense, Anne Chapman, quien dedicó gran parte de su vida al estudio de lencas y tolupanes en Honduras, labor que rubricó con dos libros fundamentales: Los hijos del copal y la candela y Los hijos de la muerte, falleció el pasado fin de semana en París, a los 88 años de edad.
Chapman se formó como antropóloga en México durante la década de los años 40 y fue parte de la primera generación de egresados de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), donde tuvo como maestros, entre otros, a Paul Kirchhoff, Miguel Covarrubias y Alfonso Villa Rojas, de quien afirmaba haber recibido una de las principales lecciones ya que “siempre insistía en que debíamos crear lazos de amistad”. Palabras que resonaron en la mente de la entonces estudiante, cuya pronunciada conciencia política era excepcional. En esa misma época, los años 40 del siglo pasado, y junto con un equipo del entonces Instituto Nacional Indigenista, abordó los problemas de salud de las poblaciones nativas de la costa chiapaneca.
Este compromiso con la mejora en la calidad de vida de los indígenas americanos fue una constante en su trayectoria, inclusive cuando denunció a fines de los 50, las condiciones de marginalidad de los tolupanes en Honduras.
Al explicar su interés en los grupos étnicos de Honduras, Chapman señalaba que “en ese entonces, cuando estudiaba en la ENAH, me parecía que la mayoría de los etnólogos en esta parte del mundo se concentraban en los Estados Unidos, México, Guatemala y Brasil. Así que me interesó hacer un trabajo en Honduras, en particular a través del estudio del grupo de los lencas, recordando al profesor Kirchhoff y los problemas de la frontera sur de Mesoamérica”.
Chapman fue discípula de Claude Lévi-Strauss, de quien le asombraba “su habilidad para aportar un sentido suplementario y analítico de los temas de una vasta conglomeración de mitos americanos”.
Uno de los puntos más interesantes en el trabajo de Chapman -quien fue durante años investigadora del Centro de Investigaciones Científicas de Francia y del Museo del Hombre de París- es la manera en que enfatizaba la gran importancia que puede tener un sólo informante para rescatar parte del legado de una cultura.
En 2007, el INAH, el Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, y la Universidad Nacional Autónoma de México, editaron el libro Etnografía de los confines. Andanzas de Anne Chapman, el cual se presentó en septiembre de ese año durante la XIX Feria del Libro de Antropología e Historia, homenaje al que acudió la destacada antropóloga. En esa ocasión, Chapman dio una muestra más de su generosidad al donar alrededor de 150 volúmenes a la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, 20 de ellos de su autoría, entre los que destacan: Los hijos de la muerte, Los hijos del copal y la candela, La tierra de los antiguos haush, Los selk'nam: la vida de los onas; Lom, amor y venganza. Mitos de los yámana de Tierra de Fuego.
Además de la obra escrita, Chapman dejó como legado varios documentales que fueron premiados, fotografías y discos compactos que recuperan los rostros, así como los rezos, cantos, mitos y otros géneros de la tradición oral de las etnias que estudió. Si desean echar una ojeada a su trabajo pueden visitar esta página, donde aparecen artículos, fotos, documentales, exhibiciones y otros recursos en línea. Y en Google Books se pueden leer fragmentos de Los hijos del copal y la candela.
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