miércoles, diciembre 03, 2008

Millenium


Es la gran novedad en Europa, la trilogía escrita por Stieg Larsson, el hasta ahora desconocido periodista sueco, que durante el día trabajaba en la revista Expo, y por las noches escribía las novelas que estaba seguro le convertirían en un escritor de éxito. Pero Larsson murió antes de que el sueño se hiciera realidad, y ahora la fortuna que ha producido Millenium –cuyos protagonistas son el reportero cuarentón Mikael Blomkvist y la pirata informática Lisbeth Salander- es disputada por su padre, su hermano y la compañera sentimental del malogrado narrador. El País ha dedicado varias páginas al llamado “fenómeno Larsson”, una de las cuales reproducimos a continuación. También recomendamos la lectura de las primeras páginas de Los hombres que no amaban a las mujeres y de La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, las dos primeras entregas de la trilogía que han sido traducidas al español.

La rabia de Stieg Larsson
Aquel periodista sueco tenía una convicción. "Se le veía en la mirada. Sus ojos hablaban ya en otro idioma", recuerda uno de sus mejores amigos, el reportero Kurdo Baksi. Fue en Estocolmo en 2003. Aquel colega, recuerda Baksi, le reveló que había escrito tres novelas sobre un reportero sagaz y una joven y arisca hacker. Y le dijo una cosa más: "Son los tres mejores libros que un sueco ha escrito en este país". Y planeó lo que haría con todo el dinero que iba a ganar. Baksi se tomó aquello como una fanfarronada. "Le dije que no iba a funcionar. Obviamente, me equivoqué".

El periodista de la mirada visionaria era Stieg Larsson (Västerbotten, 1954-Estocolmo, 2004), un veterano redactor curtido en la investigación de la extrema derecha, y el tiempo le dio la razón. Sus tres novelas, la trilogía Millennium, se convirtieron en un éxito inmediato: cerca de ocho millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, con los derechos adquiridos en 35 países, según la editorial sueca, Norstedts. Millennium ha sido líder de ventas en Francia y ya se preparan las adaptaciones al cine y la televisión. Larsson, sin embargo, no vivió para verlo. Falleció de un ataque al corazón el 9 de noviembre de 2004, poco después de entregar el manuscrito de la tercera novela y antes de que se publicara la primera.

El fenómeno Larsson arribó a España el pasado 5 de junio con la primera entrega, Los hombres que no amaban a las mujeres (Destino) -traducción suavizada del original Män som hatar kvinnor, Los hombres que odian a las mujeres-, que ha despachado 300.000 ejemplares, va por la octava edición y lidera las listas de los libros de ficción más vendidos. Los dos protagonistas, el reportero cuarentón Mikael Blomkvist y la pirata informática Lisbeth Salander (metro cincuenta, 42 kilos, arisca y brutal), se enfrentan a una misteriosa desaparición en una isla del norte de Suecia y a un gigantesco fraude financiero. La acción detectivesca y la denuncia y el compromiso social se entremezclan en un thriller inspirado que se adentra en las zonas oscuras del aparentemente impecable Estado sueco, desde sus servicios de atención social a sus medios de comunicación, pasando por la clase financiera.

En la segunda parte, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (en el original, La chica que jugaba con fuego), la pareja se reencuentra. El periodista experimentado y esa especie de Pippi Langstrump punk (en la definición del propio autor) investigan el tráfico de chicas de países del Este que son obligadas a prostituirse. La revista que dirige Blomkvist, Millennium, prepara un reportaje contundente que sacará a la luz la trama que se oculta tras la violación sistemática de las jóvenes inmigrantes. La publicación se ve interrumpida por un triple asesinato del que es acusada la propia Salander. Ambas tramas se entrelazan para adentrarse una vez más en los bajos fondos de esa sociedad sueca a la que Larsson retrata con fidelidad, según sus compatriotas. El tomo se puso a la venta la semana pasada en España con una tirada de 100.000 ejemplares y ya ha irrumpido con fuerza en las listas de ventas. La crítica también ha sido unánime al reconocer las dotes narrativas de Larsson.

Reportero de día, novelista de noche

¿Pero quién era este reportero que escribía ficción casi a escondidas, por la noche, tras la jornada laboral? "Me llaman de 40 países para saberlo", advierte Baksi, amigo de Larsson desde 1992 y colega en la revista Expo desde 1995, que visitó Madrid la semana pasada para presentar el libro. "Tres palabras lo definían: raza, sexo y clase", indica en correcto castellano este sueco de origen kurdo. Tres conceptos que resumen tres injusticias contra las que Larsson luchaba siempre. "Consideraba que si vivimos en un mundo en el que la mujer, los inmigrantes y los pobres no tienen el mismo valor que sus conciudadanos, es que este mundo es malo". Baksi resume el carácter de Larsson: "Era un 25% sueco tímido, un 50% la madre Teresa de Calcuta, y 25% un soñador".

Hay quien ha querido ver en el personaje de Blomkvist un álter ego de Larsson. "Lo es y no lo es", responde Baksi. "Blomkvist es la persona que a Larsson le hubiera gustado ser: Blomkvist es mujeriego y Larsson era muy tímido con las mujeres; Blomkvist es un periodista efectivo y fuerte y Larsson, no; Blomkvist tiene una revista de éxito (Millenium) y la de Larsson (Expo), es un proyecto perdedor".

Disputa por la herencia

Larsson tenía pensado lo que haría con el dinero de las novelas. "Dijo: El dinero del primer libro, para mí. El del segundo, para las mujeres maltratadas [planeaba financiar una residencia para víctimas de la violencia machista y un centro de estudio del racismo], y el tercero, para la revista Expo", recuerda Baksi. Y precisamente los ingresos que han generado las novelas han desatado un conflicto entre sus familiares (su padre, Erland, y su hermano, Joakim) y su compañera sentimental, Eva Gabrielsson. Ambas partes reclaman los derechos (que no sólo incluyen los libros, sino las adaptaciones al cine y la televisión).

El problema se agrava porque al parecer existe el manuscrito de una cuarta novela. Está grabado en el portátil en el que trabajaba Larsson y los abogados no se ponen de acuerdo sobre a quién pertenece. Su compañera sostiene que es propiedad de la revista Expo. "Es más complicado que resolver la cuestión kurda", confiesa el reportero con ironía. El propio Baksi, que apoya a Gabrielsson, ha intermediado en la disputa y, según fuentes de la editorial española, las dos partes han llegado a un principio de acuerdo para repartirse la herencia de Larsson.

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