"Hartos de las pobres y malas palabras, pero sin perder el hábito de la carcajada...". Así comenzó, hace ya algunos años, una aventura ético-literaria llamada mimalapalabra. Y mantuvimos la imprescindible integridad necesaria para sobrevivir con dignidad en un medio tan pendejo como el nuestro, donde cualquier indigente mental se cree compelido a cumplir un destino natural al proclamarse como el único salvador posible de la poesía.
Y nos reímos a carcajada batiente de tanto palurdo aspirante al Nóbel, de tanto publicista confundido entre el verso y el eslógan, de tanto epíteto bancario, de la poesía macdonald para llevar, de versos a-fónicos, de papeles sin arte ni oficio, de idiotas anónimos y de amargos peces trasnochados...
Luego vino la etapa en La Prensa, donde tratamos de mantener nuestro ideario ético-estético y, hasta hace muy poco, todo marchó bien, con disensos y asperezas que fueron sorteadas con cierta gracia, con sentido común y solidaridad. Pero el retiro de uno de los editores responsables y una infausta manipulación provocaron que la última edición de mimalapalabra fuera usurpada por las opiniones de un diletante -apenas disfrazadas por los tímidos balbuceos de un anónimo partenaire- celebrador de los antivalores literarios que hemos combatido desde siempre.
Por esa razón hemos optado por abandonar la nave de la mala palabra mimada, al menos en su actual formato impreso, donde no tenemos la garantía de que los ideales que dieron vida al grupo puedan sobrevivir en medio de las absurdas presiones mediáticas y una cierta ingenuidad colindante con la abulia malsana. Tal vez en fechas próximas tengamos lista una agradable sorpresa.
Hasta entonces, adiós...
1 comentario:
Nos sumamos a ese adiós.
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